A cuatro días de concentrarse en la Copa del Rey -huelga de jugadores mediante-, el Real Madrid pondrá rumbo a Canarias con una sonrisa de alivio. Después de tres derrotas -dos de ellas en los últimos segundos-, el cuadro de Laso, y actual defensor del torneo copero, cambió el rumbo con una victoria ante el Iberostar Tenerife, otro de los clubes que estará presente en la inminente edición de la Copa del Rey. Y quizá hasta vuelvan a cruzarse en semifinales. Si el destino vuelve a juntarles, quizá todo sea diferente. Hoy, en un torneo con otra mentalidad, ambos administraron fuerzas, bien por ausencias o por el cansancio; y se demostró el poder de banquillo blanco y su capacidad de anotación cuando la velocidad fluye en el parqué. Así ganó el Madrid. En seis minutos de su baloncesto veloz.
Ni el contar con ausencias significativas (Fran Vázquez, Akognon y Vasileiadis) mermó la puesta en escena del Iberostar Tenerife: buena defensa, ataques con criterio, transiciones sencillas y un perímetro excelente, con hasta cuatro triples (Beirán, en tres ocasiones, San Miguel y Abromaitis). Baloncesto sin estridencias; pero altamente efectivo. El cuadro de Katsikaris se apuntó el primer cuarto (18-21) ante un Real Madrid con claroscuros. Sólo Doncic (7 puntos) y algunos pasajes de Randolph, en su carrera de coger minutos después de su inactividad, animaron un pabellón en silencio. Se atisbaba un encuentro de alta electricidad.
Estirón en seis minutos
Fue un espejismo. Esa notable intención tinerfeña quedó en gaseosa. El Real Madrid se desperezó y endosó un parcial 11-0 en la continuación del cuarto. Hubo velocidad (Campazzo al mando y con 6 asistencias) y más intensidad (o digan coraje) en defensa; y esa mezcla favoreció el crecimiento en la anotación, deshaciendo con facilidad a la segunda mejor defensa del campeonato. Enfrente, eso sí, encontramos a un Real Madrid en los topes de anotación. Después de esos seis minutos de caos, el conjunto isleño acabó con su sequía. La respuesta que recibió fue desde el perímetro (Campazzo y Carroll). O las canastas de Reyes (9 puntos), ovacionado y perdonado, a la vez, de su última actuación ante Olympiacos. Al descanso (43-34), el Real Madrid tenía, con su baloncesto, muy encauzado el encuentro.
No estábamos ante una distancia insalvable, es cierto, pero los biorritmos del Real Madrid se movían a velocidades más altas en comparación a los datos de los isleños. No había vuelco tras el descanso. El Iberostar anotaba con más asiduidad a cambio de conceder un intercambio de canastas. Ese plan no suele cuajar cuando está el Real Madrid en pista. y más cuando Campazzo corre y corre. Y, además, anota. El argentino está, entonces, en su salsa. Todo pues, y después de más de 8 minutos del tercer cuarto, la distancia era aún mayor (64-51). Al último cuarto, el cuadro de Laso accedió con 15 puntos más (68-53). Quizá ya era tiempo, para ambos, de pensar en la Copa del Rey, además de deleitar al respetable con algunas jugadas de altos vuelos. Al Real Madrid le tocará defender su trono; al Iberostar Tenerife hacer historia accediendo a semifinales (Valencia Basquet, mediante), juntándose con los blancos, quienes acuden a las Islas Canarias con una sonrisa.
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