Los días se suceden dislocados por entre nebulosos circunloquios que emiten los pedestres altercados y los insustanciales vaniloquios aromatizadores de lo urbano. Los días transitan entreverados por entre el hormigón y el gris asfalto. Moratorias absurdas van viajando en autobús o en metro, por debajo de la desilusión, que procesiona por adentros arcanos y cercanos. La lúgubre alegría fluye, azul, sobre un mar de ignominia y desamor y la noche se pone un traje blanco y soleado. Y surgen los atascos y sobre el desconcierto brota el orden y la vida luce un semblante extraño.
|