Tuve la suerte de conocerle, en los años sesenta, en el viejo caserón del Paseo de la Habana, donde comenzaron las primeras emisiones de Televisión Española y donde trabajábamos una cincuentena de técnicos, carpinteros, electricistas, ingenieros y periodistas. Antonio, desde joven siempre destacó por su conversación desenfadada, ocurrente, divertida, amable, humana, crítica, pero nunca hiriente. Allí, nos enseñaba sus dibujos y viñetas que pronto comenzó a publicar en la revista Tele Radio. Años después le trasladaron a los estudios de Miramar de Barcelona y firmó sus ilustraciones, con su apellido en catalán: Forges.
Pasaron los años y de nuevo se incorporó a los estudios de Prado del Rey. Siempre era un placer charlar con él y disfrutar de sobremesas. Sus recuadros publicados en la prensa nacional y sus gratas intervenciones en los medios fueron una demanda tal que se vio obligado de pedir la excedencia en TVE y dedicarse por entero a colaborar con prensa, radio, televisiones y editoriales.
En una ocasión me pidieron que dirigiera la revista “Antena” de la Asociación de Ingenieros Técnicos de Telecomunicación. La citada revista carecía de periodicidad, era excesivamente técnica, un tanto anodina y exenta de humanidades. Le faltaban páginas atractivas donde se trataran temas de actualidad, entrevistas, coloquios, comentarios de libros, en fin un toque de periodismo. Y recurrí a mi amigo Forges quien al momento me facilitó, con gran generosidad varias viñetas que, desde entonces, guardo como un tesoro lleno de gratitud y amistad. Nos vimos muchas veces en la Casa de La Radio de Prado del Rey, donde él tantas veces intervenía en Radio Nacional y por entonces yo dirigía el programa España, parada y fonda”. Su humanismo, su gracejo, su fina crítica y su compromiso con los más desfavorecidos siempre fue una constante en sus intervenciones en gran parte de los medios españoles.
Antonio, has dejado un vació entre nosotros y siempre te recordaremos.
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