España se presentará en Rusia con los conocimientos bien aprendidos. Se tiene una hoja de ruta altamente definida: fútbol de toque, el balón siempre pegado a la hierba; rápidas transiciones; continuas asociaciones; variedad táctica con frecuentes cambios de posición y una contundente verticalidad. La mezcla de veteranía con juventud da buenos réditos. Es lo que se desprende de unos amistosos con sabor a oficialidad: enfrente estaba recientemente Alemania y, esta noche, Argentina, que no tuvo a Messi en el estreno del Wanda Metropolitano. España ganó una contundencia incontestable, no sólo por el resultado, sino por todas esas sensaciones positivas y porque se tiene a Asensio, y a Iniesta, y a Isco y a Thiago.
El Wanda Metropolitano expuso sus mejores galas, especialmente de sonido y luz, en su estreno como sede de un encuentro de la selección de España. Seguramente, habrá más ocasiones. Con semejante escenario, el público tampoco desentonó. Mayoría española, aunque mención notable para los argentinos. Son pura pasión. Animan siempre. De principio a final. Da igual el resultado o el juego de su equipo. Ya en el césped, España marcó el camino rápidamente: con el balón, toque y verticalidad; sin el esférico, una ordenada presión. Pero no fue España, sino Argentina quien dispuso del primer cartucho. Lo malgastó Higuaín; no calibró su remate a un buen centro de Meza.
La receta de siempre, mejorada
Cuatro minutos después, España no perdonó su ocasión. Otra virtud. La primera llegada y el primer tanto. Y lógicamente, en un escenario tan atlético, el autor era de la casa: Diego Costa. El rojiblanco, que se jugó el tipo, y en cuyo encontronazo se lesionó Romero -meta argentino-, culminó una buena combinación de Iniesta y Asensio, como consecuencia de una buena presión. El tanto espoleó a España. Se vieron los mejores minutos con Thiago, Iniesta, Isco y especialmente Asensio como maestro de ceremonias. Ellos quieren el balón y el balón les quiere a ellos. No puede haber mejor mezcla.
El segundo tanto era cuestión de tiempo, de poco tiempo de espera. Nuevamente Asensio asistió para que Isco rematara a placer. No hubo nada más que exponer la receta con la que España se hizo un puesto en el Olimpo del fútbol, y que parece haber rescatado, pulimentada y rejuvenecida de cara a su comparecencia en Rusia. Porque en Asensio hay un diamante. El madridista fue un peligro constante. Bien lo sabe Bustos, el lateral argentino que era una pieza para considerar y que no tuvo su noche. Sí la tuvo y gustó Meza, un interior de Independiente, muy vertical y técnico.
Argentina, aún sin contar con Messi y padeciendo desajustes en defensa, se armó bien en el centro del campo. Banega aporta la calidad; el resto, sencillamente, el trabajo sucio. Aún así, sin grandes artilugios, tuvo más ocasiones: Piqué y Ramos salvaron problemas mayores -en defensa habrá que apretar alguna tuerca-, pero no evitaron el remate de cabeza de Otamendi. Los argentinos recuperaban oxígeno con vistas al segundo tiempo. Éste comenzó con la entrada de Aspas en lugar de Costa, maltrecho desde la acción del gol.
Iniesta, su firma
Y si hablamos de goles, apareció el tercero de España. El honor recayó en Isco; la fabricación de la obra estuvo en las botas de Iniesta, dando un pase en profundidad a Aspas, cuyo control no le permitió orientarse a portería, pero sí aguardar la llegada de Isco. El gol apareció, además, en un momento de control albiceleste del balón. El desajuste de los centrales (Rojo no estaba cómodo en esa posición) favoreció también a España. Y en esa se estaba cuando España dibujó otra combinación mágica: apertura medida de Thiago, buena orientación de Isco, toque de Aspas y el rebote lo embocó Thiago. España devolvía la goleada de 2010. E Iniesta se marchó ovacionado.
Y la firma de Isco
Y Argentina se hundió. Literalmente. Se abandonó. Y España, sin necesidad de hacer ninguna maravilla adicional a todas las descritas, tuvo tiempo de ahondar en el resultado sonrojante para toda una subcampeona del mundo. Dos goles más a cargo de Aspas (gran saque de De Gea) e Isco, que, por supuesto, se marchó a hombros del Wanda Metropolitano. Estadio que recordará Marcos Alonso. El lateral del Chelsea debutó con los mayores e hizo historia al ser la primera familia con tres generaciones de internacionales absolutos, anteriormente lo fueron su abuelo Marquitos y su padre Marcos Alonso. Y también Parejo, otro debutante tras irse ovacionado Thiago. Se cerró así una noche mágica y de soñar con hacer algo grande en Rusia. A la espera del Mundial, para el recuerdo quedará este encuentro donde España deslumbró con una goleada de fútbol a Argentina.
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