Se ha detectadoun nuevo brote de esta dolencia en la República Democrática del Congo.
Como fácilmente podrán deducir, no se trata de una buena noticia. Parecía que se estaba consiguiendo la desaparición de estos brotes, cuando desgraciadamente se nos comunica que la enésima aparición del mismo les ha costado ya la vida a 25 personas, mientras tienen detectados de momento más de medio centenar de casos en evolución por ahora.
Me emociona el ejemplo de esos voluntarios vestidos de astronautas que aparecen en las fotografías de los hospitales del Congo, esas maravillosas personas que se juegan la vida cada día con el fin de atajar la epidemia de Ébola y la curación, en lo posible, de los infestados. Para ello el gobierno del Congo ya ha recibido 5.400 dosis de vacunas para esta atajar el brote, lo que me parece bastante insuficiente.
Coincide que en estos días se está celebrando la fiesta de Pentecostés por los cristianos y el inicio del Ramadán por los musulmanes. Dos tiempos fuertes para los creyentes de ambas confesiones, en los que se le motiva e invita al servicio del prójimo-próximo y el resto del mundo en general.
En las dos religiones citadas, se invita a los creyentes al perdón, al amor y a la remisión de los pecados (todos los pecados nacen del egoísmo). El ayuno y el sacrificio son los pilares en los que se apoyan los buenos sentimientos y la predisposición a hacer un mundo mejor. A veces lo identificamos con el sufrimiento pasajero que nos conduzca al cumplimiento. (Cumplo y miento).
Mi buena noticia de hoy me la transmiten esos sanitarios que están siempre en esas arriesgadas situaciones y los creyentes musulmanes y cristianos, que ponen en práctica las buenas recomendaciones que emanan del Dios común que nos creó. “A Dios rogando…” ¡Ay si le hiciéramos caso!
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