Tras la puerta cerrada de una casa que no tienes, de cenizas son sus cimientos, de guerra y hambre sus ladrillos, tras esa puerta nadie espera ya, quedó muda, vacía de besos y abrazos.
El mar es tan azul como lo era el cielo antes de estallar en pedazos, ni nadar puedes, la orilla está cerca pero cerrada, barrotes que duelen tanto como tus tímpanos rotos por las bombas, como el llanto de tu madre en aquella mañana lejana en que partió la desesperanza en un vagón miserable.
El horizonte de esclavos que pagan por serlo, riqueza de canallas, silencio de estómagos llenos que miran hacia otro lado.
¡Qué fría está el agua de un mar implacable! ¡Cuánto duele el hambre! La costa está cerca... ...y la piedad tan lejos.
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