Un bruñido horizonte ante mis ojos, fatigados de la inclemente luz de un estío de acordes de insectos, la tarde se ha apoderado de mi sed, hídrica abstinencia que azota las células como esponjas secas.
Las campanas tañen sin feligreses que acudan, refrescará y las beatas saldrán con bolsos vacíos como sus vidas; las tardes de agosto no doblan a difunto en la basílica, los insectos se relamen en los tanatorios y las carnes inertes tiritan calladas y solas esperando las mañanas de rocío y café en las terrazas.
Verano infame en las dunas de plástico, pieles sin bronceado de tumbona se oxidan sedientas de aquello que en los yates de lujo y fiestas se derrocha.
Vacío de vidas veraneantes, tumbonas con cuerpos jugando al lujo de la ruleta rusa del melanoma extenso, búsqueda de la foto exótica, Instagram y likes, vanidad, presunción,envidia, placeres finitos y vacuos que acabarán siendo digeridas por larvarios habitantes en una sala helada de tanatorio.
|