El desarrollo personal es inagotable, un escalón tras otro podemos ir subiendo por una escalera que nos conduce hacia nuestra mejor versión. Sin embargo, no alcanzamos nunca ese lugar llamado “autorrealización”, “felicidad” o “perfección”. Es como si fuera un destino que se aleja a medida que caminamos hacia él, como el horizonte.
El viernes y sábado de la semana pasada dirigí un programa residencial de dos días en Madrid para un equipo de 14 personas que destacan en una empresa nacional de más de 1.000 empleados. Los objetivos de este tipo de formaciones son siempre varios, pero uno de ellos era fortalecer el músculo interior, favorecer su desarrollo personal para así tener una mayor capacidad, consistencia, resistencia y consecuentemente ser todavía mejores con la consecución de metas y objetivos profesionales.
Cada vez me encuentro con más empresas que desean que, además de las formaciones para adquirir conocimientos, técnicas o habilidades, se realicen otras para potenciar la parte más interna de la persona, la que se relaciona con la motivación intrínseca.
El desarrollo personal se sube escalón a escalón, y no es fácil. La dificultad de este desarrollo radica en dejar atrás una antigua versión de nosotros mismos para abrazar una nueva.
Cada vez que dejamos atrás una parte de nosotros mismos (aunque esta parte esté algo caduca y merezca ser cambiada) nos enfrentamos al hecho de modificar, de alguna forma, nuestro carácter, identidad y valores. Y eso siempre cuesta un esfuerzo considerable.
La selección de personal es un proceso crucial para cualquier organización, ya que la incorporación de un nuevo miembro puede afectar de manera significativa el desempeño y la permanencia de la empresa en un mercado altamente competitivo. Seleccionar al candidato adecuado no solo asegura una alineación con los valores y cultura organizacional, sino que también contribuye a un desarrollo sostenible y al crecimiento de la empresa.
El mundo digital está lleno de tendencias, algunas de ellas ganan más notoriedad sobre otras y muestran buenos resultados para quienes las siguen en el ámbito requerido. Por otro lado, hay una nueva corriente que ha estado ganando terreno dentro del mundo profesional, y se trata del minimalismo digital.
En la actualidad, el diseño ha dejado de ser un mero adorno visual para ocupar un lugar central en la identidad de las empresas. Hoy en día, la "N" de Netflix o la "G" de Google no solo representan logotipos, sino una cultura empresarial única, una manera de hacer las cosas y de relacionarse con el mundo. Detrás de cada elección de diseño hay una serie de principios, valores y objetivos que dan forma a la experiencia del cliente y fortalecen la conexión emocional con la marca.