En la madrugada del 30 de abril aparecieron Juan Guaidó y Leopoldo López, el líder de su partido Voluntad Popular, rodeados de uniformados y reclaman estar en la base aéreo-militar de La Carlota en Caracas, desde donde llamaban a que se les unan cientos de miles de personas y también muchos militares.
Inicialmente la situación parecía confusa pues si hay una rebelión centrada en una base de la aviación militar es de esperarse fuertes combates y hasta la intervención de aviones o helicópteros de lado de los insurrectos. Sin embargo, luego quedó claro que nunca los sublevados llegaron a controlar dicho centro militar, y que solamente se aposentan en la carretera adyacente.
Juan Guaidó en su calidad de auto-juramentado “presidente encargado” de Venezuela mostró al liberado López como una muestra que se estaba desarticulando la “dictadura”, sostuvo que ahora la fuerza armada estaba con ellos y que ya se iniciaba el cese de la “usurpación” por lo que demandaba a los venezolanos a tomar las calles.
No obstante, el plan no les salió bien. En vez de lograr captar a nuevos uniformados en otras partes de la capital o del país, la mayoría de las tropas que originalmente estuvieron de su lado les desertaron (muchos de ellos reclamando que habían sido engañados) y todas las 8 tanquetas que llegaron a ocupar terminaron retornando al alto mando castrense.
En vez de lograr atraer decenas o cientos de miles de manifestantes, apenas lograron movilizar a cientos o miles de marchistas, mientras que al final no muchos activistas se dedicaron a protagonizar enfrentamientos con piedras, bombas molotov o armas de fuego contra la policía.
El oficialismo demostró tener el control de todos los cuarteles y comisarías, y también movilizó mucho más gente hacia palacio de Miraflores para apoyar al gobierno.
Algo que llama la atención es del porqué se produjo este conato de golpe un día antes del primero de mayo, fecha en la cual Guaidó había prometido que iba a hacer la mayor demostración en la historia de Venezuela. Si su objetivo era maximizar fuerzas para lograr ello debió haberse centrado en eso. Empero, parece ser que él quiso agarrar desprevenidos al chavismo y aprovechar el golpe publicitario de presentar a López libre y rodeado de soldados para querer desencadenar una marcha multitudinaria junto con tropas para ir hacia Miraflores.
Es también posible que esta acción precipitada se haya dado en base a una pugna interna dentro de directivos opositores ya sea para buscar protagonismo para López o por alguna otra razón.
La aventura ha terminado en derrota pues no pudieron capturar ninguna base militar y tampoco lograron desatar una masacre en una autopista, lo que hubiese desacreditado a Maduro y dado pretextos para una intervención extranjera. Un signo del fracaso es que el líder del movimiento Leopoldo López se exilió primero en la embajada chilena y luego en la española, en tanto que las 2 a 3 decenas de uniformados que se habían sublevado se habrían asilado en la sede brasileña.
Escribimos estas líneas cuando el sol no sale en Venezuela este primero de mayo, pero es de predecir que lo acontecido, en vez de haber ayudado a Guaidó a preparar una gran movilización como prometió, va a quitarle fuerzas. El hecho de que nuevamente se evidencie que su movimiento se basa en falsos reclamos sensacionalistas que exageran sus fuerzas y que otra vez vuelve a fracasar ya hace que las acciones del día de hoy empiecen con un mal pie.
De otro lado, el chavismo va a aprovecharse de la derrota de la asonada para sacar a cientos de miles de sus seguidores a las calles, con lo cual ha de querer sellar la derrota final del movimiento.
Hasta ahora Maduro se cuidó de arrestar a Guaidó y a los directivos de la Asamblea Nacional bajo la idea que así evitaba dar pretextos a los opositores y EEUU y se permitía irse desgastando. Hoy debe estar evaluando que haber dejado a López bajo arresto domiciliario y no haberlo traspasado a una cárcel (tras que el mismo gobierno le denunciara de ser la cabeza de una red “terrorista” que organizaba el sabotaje eléctrico), así como haber permitido que su partido Voluntad Popular (al que acusa de fascista) siga legal y activo, pueden haber sido un error.
Guaidó sabe que se siente arrinconado. Las fuerzas armadas brasileñas han dicho que no piensan intervenir en Venezuela pues han comprobado que él carece de masas y uniformados. A estas alturas es de esperarse algún acto desesperado para buscar concitar apoyo externo o evitar mayor desmoralización dentro de círculos opositores.
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