Aunque ya hace varias décadas el premio Cervantes de Literatura Juan Goytisolo había dejado en ridículo las tesis pro-argelinas del autodenominado Frente Polisario, la campaña propagandística sufragada por las petrodivisas argelinas, hizo la proeza de sostener a un anacrónico aparato publicitario que ha logrado sobrevivir hasta el presente contra todas la predicciones.
Las que encabezan el rating de hipocresía son las empresas latinoamericanas que apoyan a los enemigos de Marruecos, siendo los principales compradores del fosfato extraído del Sahara marroquí. Venezuela, que en la retórica se “solidariza” con la causa “saharaui”, lidera la nómina.
Desde islas Canarias, capitales españoles invierten grandes sumas en la ingeniería y el mantenimiento de las infraestructuras de refrigeración industrial. En el Sahara marroquí que en los papeles es discutido por Argelia y sus marionetas, este año se consumará la presencia de poderosas empresas como Archirodon, Chancerell o Biwater, aliadas de Rabat.
La imponente Qatar Petroleum ha tomado territorios en Tarfaya y alrededores, mientras empresas de transporte como Binter, Canarias y Transavia predominan en el sector con respaldo gubernamental.
Los capitales holandeses participan de la filial árabe de Archirodon, en la que también se integran los griegos. La empresa instalada en el Sahara marroquí vende servicios a empresas portuarias y dedicadas a extraer hidrocarburos.
Los empresarios españoles y franceses terminaron perjudicados por las falacias de los agentes de Argelia, pues retiraron su presencia en el enlatado de sardinas por el artificial desgaste de imagen creado por la estéril controversia del Sahara otrora español. Hoy el Reino Unido predomina en el rubro por medio de la Conservera Chacerell. Lo mismo aconteció con el rubro del tratamiento de aguas. Las empresas británicas se hicieron con importantes contratos de varios millones de euros concedidos por las autoridades de la región.
Todos los años, empresas europeas se presentan buscando obtener concesiones para limpiezas de playas, como las de Villa Cisneros, antiguo poblado español en las costas atlánticas del Sahara, hoy denominado Dakhla. Otros contratos codiciados son los que abarcan las playas de Moulay Bousselham, Mehdia, Zenata, Qualidia y Aglou, para las temporadas veraniegas. Los pliegos son administrados por las Oficinas Nacionales de Electricidad y Agua Potable.
La controvertida Minurso, una costosa fuerza involucrada y financiada por la “comunidad internacional”, también hace negocios vendiendo vehículos chatarra, licitando la construcción de aeródromos o contratando empresas transportistas desde Tinduf, Argelia.
En tanto las empresas europeas y algunas de países supuestamente aliados a la “causa saharaui” realizan lucrativos negocios como los mencionados arriba, un desfasado, extravagante y anacrónico grupo de publicistas que lucra con la tragedia de los pueblos saharianos, intenta perpetuar para beneficio propio un litigio que al decir del asesinado presidente argelino Boudiaf, no tiene pista de aterrizaje.
Es que al decir de un sabio metaforismo, solo los muertos vislumbran el final de la guerra. LAW
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