El pasado viernes día 24 de mayo de 2019 tuve el privilegio de cumplir un sueño, presentar un ensayo (que tenía tiempo ha pendiente sacar a la luz) sobre mi escritor de cabecera, el inefable Francisco Umbral, “Francisco Umbral y la desquiciada eufonía” (Manuscritos, 2019), circunstancia que tuvo lugar en la Biblioteca Municipal de Villanueva del Pardillo, la Biblioteca Luis Parra, popularmente conocida como “La Casona”. Y dicha presentación contó asimismo con la presencia de Lola Moreno, coordinadora de la Fundación Francisco Umbral y con la de la viuda de Umbral, María España, lo que dotó al acto de una mayor dosis, si cabe, de encanto y emoción.
Junto con los profesores Montserrat Iglesias Gómez, María José Zamora Carrero y Manuel del Amo Álvarez-Claro, desentrañamos muchos de los flancos de la personalidad humana y literaria del escritor, ya convertido en un clásico cuya inabarcable obra, por lo ingente (en torno a ciento veinte volúmenes) y complejo de la misma, se me antoja muy difícil abarcar en su totalidad; hacerlo sería, así las cosas, una tarea compleja y a la vez harto edificante; no poco tentadora, en definitiva.
Se trató en el referido encuentro, entre otras cuestiones, el hecho de que aunque el estilo de Umbral es un estilo literario plástico por demás, discriminadísimamente brillante, no se puede obviar la enjundia del fondo discursivo en que se sustenta tan fascinador conjunto.
Gentes de todas las edades acudieron y contribuyeron a la distendida charla, los mayores apuntando sus respectivas experiencias lectoras cuando interactuaron en uno u otro momento de sus vidas con cualesquiera textos (de la índole que fueren) del interfecto; los más jóvenes por su parte pudieron aprehender las claves de un escritor que ya es patrimonio cultural no solo nacional, sino universal, pues, no en vano, ha incardinado en el popular acervo lingüístico no pocos vocablos y modismos, hasta el punto de poder decirse que Paco Umbral está lexicalizado, ya que muchos de sus hallazgos y trasvases del habla viva a la letra impresa se han tornado con el correr del tiempo moneda de cambio habitual en un sentido lingüístico y literario.
Fue un placer conocer a doña María España, quien impregnó la estancia con la fragancia de una elegante sencillez castellana, consiguiendo encandilarnos a todos con su sutil y ponderada impronta, henchida de afinadísimos apuntes así como de afectuosos recuerdos.
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