En todas las elecciones generales los líderes de todos los partidos hacen propuestas y campañas dirigidas al público en general. Sin embargo, en los comicios que hay ahora para nominar al nuevo primer ministro británico no participan ni los 66 millones de habitantes del Reino Unido como tampoco los alrededor de 40 millones de electores que allí suelen votar.
En estas elecciones hay dos etapas. En la primera solamente votan los 313 conservadores que son miembros de la cámara de los comunes. En esta fase ni siquiera pueden sufragar los dos ex primeros ministros tories John Major o David Cameron, los 243 miembros conservadores de la cámara de los lores, o los miles de concejales, alcaldes, eurodiputados o miembros de las asambleas de Londres o Gales o del parlamento de Escocia. Una vez que la bancada tory haya decidido cuales son los dos finalistas se pasa a los miembros que tiene dicho partido para que vayan votando en la última semana de julio.
El domingo, que es el día del padre, ha de darse un debate en TV entre los 7 candidatos que aún están en carrera. Sin embargo, allí no piensa estar Boris Johnson, quien, a decir de los mexicanos, se siente muy padrísimo. Él obtuvo en la primera ronda de las internas el 36% de los votos de los parlamentarios tories, número que si lo mantiene le garantice su pase a la final. Por eso él sopesa que acudir a un debate de esa naturaleza le pondría exponer a que los demás lo ataquen. De allí que este foro solamente se reducirá a ver cuál de los seis que quedan en carrera es aquel capaz de enfrentarse al exalcalde de Londres. Él no necesita ahora ganar los votos del público sino únicamente de 3 centenas de parlamentarios, cosa que ya ha logrado hacer en debates a puertas cerradas exclusivo para ellos.
Al final va a ser la militancia conservadora la que elija al nuevo primer ministro (y decimos eso en términos masculinos pues las dos candidatas femeninas ya fueron eliminadas en la primera ronda).
¿CUÁNTOS SON Y QUIÉNES SON ESOS MILITANTES? Se supone que hay entre 130 a 160 mil miembros del partido conservador, lo cual equivale a menos del 0.3% de los británicos. De ellos, según “The Finantial Times” más del 80% pertenecen a los estratos sociales más altos; más de la mitad son mayores de 60 años, cerca del 75% son mayores de 40 años y solamente la décima parte son jóvenes de 25 años o menos; y el 43% de ellos vive en el próspero sur de Inglaterra fuera de Londres. Casi no hay militancia tory en uno de los 4 países que conforman el Reino Unido (Irlanda del Norte) donde en las elecciones del 23 de mayo ellos sacaron allí el 0.1%.
Según el último The Economist más del 70% de los miembros conservadores son varones y el 97% de ellos son blancos. El más importante semanario británico destaca que la militancia conservadora es muy distinta a la del promedio de los habitantes del Reino Unido pues es de alta edad e ingresos. A fin de ganar dentro de este sector todos los candidatos conservadores vienen proponiendo exoneraciones tributarias a los más pudientes, algo que puede generar un impacto contrapuesto en una elección general, pero no así dentro de un contingente con un mejor status social. Esta misma revista afirma que los recortes a los impuestos que propone Johnson son muy atractivos a los jubilados adinerados donde él busca ser votado. También dice que las ofertas económicas a ese sector y las promesas de un Brexit rápido y sin muchas negociaciones pueden hacer que el partido que tradicionalmente fuese identificado con la disciplina fiscal caiga en cierta irresponsabilidad monetaria dejando como más serio en ese aspecto a Jeremy Corbyn. ¿DEMOCRACIA?
Muchos dirán que se trata de un sistema muy antidemocrático pues la decisión de elegir al nuevo gobernante se concentra esencialmente en varones blancos muy mayores y pudientes centrados en el rico sur de Inglaterra, mientras que en las filas tories hay pocos miembros de minorías étnicas, inmigrantes, mujeres, trabajadores, desocupados, pobres o jóvenes. No obstante, los conservadores aducen que eso es parte de la tradición británica mediante el cual la población no elige a la jefa de Estado ni a la cámara alta, y tampoco a su primer ministro, sino a su parlamentario y autoridades locales. Es el partido más votado en unas elecciones generales la que decide quién debe ser su líder y si el líder de este durante la campaña electoral deja su puesto es este partido quien debe elegir a su reemplazo.
Paradójicamente Nigel Farage, quien se encuentra a la derecha del conservadurismo y quien logró que su Partido del Brexit quedara primero en las euro-elecciones del 23 de mayo, quiere un cambio en este sistema. Mediante éste el UKIP que entonces dirigía en las elecciones del 2015 bordeó el 13% de los votos pero solo consiguió 1 parlamentario (el 0.2% de la cámara de los comunes). La idea de reformar este sistema también es apoyada por los liberal-demócratas y los verdes, quienes usualmente son muy sub-representados en las elecciones generales.
Los laboristas no cuestionan este sistema pero piden que el nuevo gobernante sea electo en unas elecciones generales, las cuales deberían ser entre ellos bajo el liderazgo de Corbyn y los tories bajo el de Boris Johnson si él termina imponiéndose. Ellos quieren que éstas se den antes del Brexit, mientras que los conservadores las quieren después que hayan efectuado éste.
El sistema británico puede sorprender a quienes están acostumbrados al de las repúblicas americanas donde las internas partidarias son para escoger al candidato que luego vaya con propuestas populares hacia el electorado a nivel nacional, mientras que aquí se da casi al revés, pues es el partido de gobierno cuyo mandato expira en 3 años más el cual ahora puede elegir a su nuevo gobernante y programa sin pasar por la prueba de unas elecciones generales.
¿EL MISMO BORIS?
A estas alturas resulta lo más probable que Boris Johnson gana (y por galope) las internas tories y a fines de julio sea llamado por la reina para ser su primer ministro. Si bien muchas cosas imprevistas pueden torcer estos resultados, a ello apuntamos. El Boris que busca ser electo ahora lo hace apelando a un electorado muy distinto al que le llevó a la alcaldía de Londres en 2008 y 2012, cuando entonces él buscaba atraer el voto de sectores populares, inmigrantes, juveniles y de minorías étnicas. Por eso ahora no habla tanto de amnistiar a indocumentados o dar un salario mínimo vital.
Un gran problema que tienen estas elecciones es que el ganador lo hace haciendo una serie de promesas a una base social que es muy distinta a un país donde hay mucha juventud, mujeres y trabajadores. Para poder ganar en la membrecía conservadora el futuro primer ministro va a tener que hacer una serie de promesas que pueden chocar luego con la realidad o las grandes mayorías. Una de ellas es la de lograr la salida de la UE el 31 de octubre, cuando el nuevo primer ministro solo va a tener 3 meses para negociar un nuevo acuerdo mientras que la UE aún va discutiendo sus nuevas directivas. Todo esto mientras que el parlamento puede bloquear cualquier ruptura radical con la UE y se darán masivas marchas hacia el 12 de octubre para pedir que el pueblo vote cualquier decisión final.
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