¿Alguien entiende este galimatías que pretende camuflar la situación de estar implicado y no estarlo, a la vez, para explicar el contubernio establecido entre el PSOE y los comunistas bolivarianos de Podemos? Mejor que no lo intente porque, como todo lo que maneja el líder del PSOE, transcurre por vericuetos que, para poder encontrar una explicación lógica a sus intrincados objetivos sería tan difícil como conseguir la fórmula de la cuadratura del círculo. Tal y como diría el proverbio chino: “Jamás busques la respuesta en los lugares que no existen”. Tampoco es necesario haber cursado estudios superiores en Oxford o Cambridge para llegar a la conclusión de que entraba de lleno en los planes de Sánchez, en el caso de que fallaran, como era lógico que ocurriese, los apoyos para su investidura del PP y Ciudadanos; el volver la mirada hacia sus parientes de la extrema izquierda, siempre ansiosos de colaborar con él, antes de decidirse a recurrir a la última arma que le queda y con la que ha estado amenazando al resto de partidos con la intención de coaccionarlos; consistente en convocar, para octubre, unas nuevas elecciones legislativas, en el caso de no conseguir los suficientes apoyos para su investidura, con las que esperaría consolidar y mejorar los resultados conseguidos en las del pasado 28 de abril. La negativa de abstenerse para facilitar dicha investidura del líder socialista, ha asustado más al señor Pablo Iglesias, que sigue en el filo de la navaja intentando calmar las aguas alborotadas de la tormenta que está azotando su propio partido y que sabe que, si se produjeran unos nuevos comicios, la debacle podría a llegar a ser el entierro de Podemos y de sus franquicias.
Pero la capacidad camaleónica del señor Iglesias es extraordinaria y sigue luchando para dar, ante su propia clientela, una imagen de personaje importante, de aquel que tiene en sus manos el constituir un gobierno de izquierdas aunque, en realidad, esté dispuesto a aceptar las migajas que, el señor Pedro Sánchez, esté dispuesto a dejarle recoger. Mientras tanto, aquellos que deberían haber mostrado, ante la avalancha roja que amenaza con apoderarse de toda España, una actitud solidaria, un comportamiento unificado respecto a aquellos aspectos de la política española que requerían enfrentarse, sin fisuras, al bloque de izquierdas que amenaza con imponer políticas de gran incremento del gasto público, cuando el Banco de España ya advertido contra ellas y los números de la Seguridad Social dan cuenta de un déficit de 100.000 millones de euros, lo que viene a significar que las cuentas de esta institución se encuentran en estado de quiebra, mientras nos gastamos, inútilmente, más de 6.000 millones de euros en una política ineficaz de empleo.
Y, en estas circunstancias, los españoles tenemos que contemplar el deplorable espectáculo que nos depara la actitud de un partido que parece que está viviendo en el limbo de la estupidez política, arrastrado por la ambición de notoriedad de su líder, el señor Albert Rivera, que parece no darse cuenta de que, en política, no es conveniente enemistarse con aquellos que, en teoría, son potencialmente los que, con su apoyo, pueden contribuir a que se ponga freno a los posibles excesos de una política de extrema izquierda si, como parece que va a suceder, el señor Sánchez les da a los de Podemos algunas cuotas de poder, concediéndoles la posibilidad de intervenir en cuestiones laborales que puedan afectar a la salud de nuestras industrias o a la permanencia, en España, de las empresas multinacionales que quedan, después de las que abandonaron el país preocupadas por lo que viene ocurriendo en la comunidad catalana.
El que, a estas alturas, cuando apenas queda tiempo para llegar a acuerdos, mientras los adversarios de las izquierdas están ya llegando a pactos para constituir ayuntamientos y conseguir mayorías en las autonomías en las que ven posibilidades de imponerse si fallara la debida cohesión entre los tres partidos de derechas o centro derecha y liberales, para hacerse con las mayorías que podrían conseguir si los de Ciudadanos se desprendieran del lastre que les lleva a considerarse como los defensores de la pureza institucional del país, sin tener en cuenta que mantener su postura intransigente con los señores de VOX, que consiguieron introducir en el Parlamento, con los votos de muchos españoles, a 24 de los suyos, sin que hasta la fecha haya nadie que haya podido demostrar que es un partido que haya dejado de cumplir la Constitución, algo que no se puede decir de los representantes de ERC o de cualquiera de los partidos separatistas, como el caso de Bildu en el País vasco, sin que todos estos partidos tan puritanos, como es el caso de Podemos ( lo que tienen que ocultar bastaría para que los ilegalizasen en poco tiempo si, en España, no se hubiera tenido tanto miedo a meterse con estas izquierdas revolucionarias, que se muestran, sin embargo, tan sensibles ante un partido de derechas, se haya manifestado en contra de su existencia en las bancadas parlamentarias. La hipocresía de aquellos que protestan contra un partido, el del señor Abascal, que puede sostener las ideas que quieran ( no peores de las que declaran los separatistas catalanes y su objetivo de independizar Cataluña de Españas), pero que se viene sometiendo al imperio de la Ley mucho mejor que aquellos que se han manifestado directamente en contra de nuestra Constitución en bloque y no como ha hecho VOX, sólo en aquella parte en la que habla de las autonomías en la que, como hemos repetido en muchas ocasiones, somos muchos los que, aunque no votamos a VOX, estamos convencidos de que ha sido lo peor que le pueda haber ocurrido a la nación española. El defender los símbolos de la nación, el respeto por la unidad de España y el renegar de quienes que, bajo la piel de cordero de la palabra democracia, lo que están buscando en definitiva es darle la vuelta a nuestra actual democracia con la intención de convertir a nuestro país en una república bananera, inspirada en las que, con tan pobres resultados y en manos de dictadores, están proliferando en toda Hispanoamérica.
Es obvio, señores, que no hay más cera que la que arde y todos estos remilgos de pactar con VOX que demuestra tener la dirección de Ciudadanos, con el señor Ribera al frente, no puede tener otro resultado que el que se pierda el control de la capital de España, por piques respeto a quién debería asumir la alcaldía en sustitución de la señora Carmena, o en la propia comunidad, en la que tenían todas las posibilidades para imponerse a los intentos de las izquierdas de hacerse con ella siguiendo en sus enfrentamientos suicidas, desde el punto de vista político, de modo que existen grandes posibilidades de que acaben quedándose sin ninguna de ambas posibilidades.
Digan lo que digan el señor Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, el que se les permita a los comunistas de Podemos intervenir, aunque no sea como ministros, en la Administración Pública puede traer consecuencias desastrosas para la nación española, como ya las hemos visto cuando se ha permitido a organizaciones como Bildu concurrir a las elecciones y conseguir estar al frente de muchos, la mayoría, de los municipios del País Vasco, en los que se han apresurado a poner en práctica sus proyectos de minar el Estado español y crear, como ha sucedido en Cataluña, importantes focos de resistencia nacionalistas, que no difieren en absoluto de lo que pretendía conseguir, con la fuerza, el crimen y el chantaje, la banda ETA; algo que nunca consiguió y que ahora, por otros métodos, pero con idéntica finalidad lo están consiguiendo, paso a paso, los hijos putativos de aquellos asesinos etarras que son los que, en la actualidad, ocupan importantes cargo en todas las instituciones de aquella autonomía y, aún peor, están intentando conseguir lo que siempre han venido ambicionando, la anexión de Navarra a la comunidad vasca.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos entender cómo, ante una situación tan preocupante como es la en que nos encontramos, viendo que existe el peligro de que sea toda la España que quede bajo el yugo de las izquierdas, en muchos casos de las más extremas; partidos en los que los españoles que seguimos fieles a nuestras ideas y que vemos como existe el inminente peligro de que todo lo conseguido en tantos años de esfuerzos y a costa de una crisis que nos condujo al borde del precipicio económico y a las proximidades de la misma quiebra soberana, se están comportando ( nos referimos principalmente a Ciudadanos) con una irresponsabilidad rayana en la temeridad, la traición y la tozudez absurda, propias de personas a las que les falta el sentido del deber, de respeto a los intereses de España y de protección a aquellas personas que pensaron, al votarlos, que se comportarían como verdaderos ciudadanos españoles en momentos en los que, como ocurre en la actualidad, el peligro de que España entre en barrena hacia el abismo de su desmembración, se hace cada vez más notorio. Y ya puestos a citar proverbios chinos, les voy a dejar con el siguiente: “No puedes guiar el viento, pero puedes cambiar la dirección de tus velas”. En esta tarea deberíamos estar.
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