Cuando por fin pude dar rienda suelta a mi vocación periodística, después de pasar por los mejores años de mi vida en la Universidad, me juramenté para escribir –a ser posible- solo buenas noticias. A eso he dedicado los últimos quince años de mi existencia con gran satisfacción por mi parte y alguna de mis lectores.
Todos los alumnos de la facultad sueñan con ser grandes comunicadores, en una profesión en la que las circunstancias actuales te obligan a conocer a fondo todos los medios existentes: prensa, radio, televisión y las redes sociales. El excelente profesorado con el que cuenta la UMA te permite formarte adecuadamente, amén de propiciarte el paso por algún medio como becario. Yo no tuve esa suerte, dada mi edad, y directamente me puse a trabajar –desde mi estado de jubilado- como colaborador en diversos medios. Una experiencia inolvidable.
Días atrás pude leer en la prensa que uno de los “periodistas” de cierto programa de la tarde en televisión, había generado unos ingresos de dos millones de euros en los últimos años. Su formación la ha realizado en un gimnasio, una tienda de tatuajes y muchas discotecas, amén de diversas relaciones, íntimas o publicas, aireadas a los cuatro vientos. Eso es lo que hay. Mientras, generaciones de buenos periodistas aumentan las listas del paro.
Esta semana se ha publicado por diversos rotativos los premios a los mejores expedientes académicos de la facultad de Ciencias de la Comunicación malacitana. Uno de ellos le ha sido concedido a una estudiante que ha estado de becaria en la delegación de medios de comunicación de la Diócesis de Málaga. Se trata de Victoria Zulema Pérez Moya. Creo que su paso por esa redacción habrá incrementado sus valores profesionales y personales, aprendiendo de un grupo de periodistas jóvenes y entusiastas que han conseguido –con escasos medios- un grado de perfección sensacional basado en la iniciativa y la renovación –cuando no, creación- de espacios periodísticos valorados en toda España.
A nuestra amiga Victoria le costará tiempo y esfuerzo meter la cabeza en algún medio. Le falta caradura, tatuajes y mala leche. Pero poco a poco, el buen hacer la pondrá en el lugar que se merece.
Enhorabuena, compañera. A transmitir buenas noticias. O noticias buenas, fidedignas.
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