Más de 700 niños y niñas han contraído ébola en la República Democrática del Congo (RDC) y alerta de que la tasa de mortalidad es del 67% aproximadamente, muy superior al brote de 2014/15 en África occidental. La organización asegura también que cientos de niños y niñas ya han muerto y miles de vidas han sido destruidas, así como que el 40% de los niños y las niñas que han contraído la enfermedad tienen menos de cinco años.
Ante esta situación, Save the Children da la bienvenida a la decisión ayer por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de declarar que el brote de ébola, surgido en la RDC hace casi un año, sea una emergencia de salud pública de interés internacional. Save the Children considera también que este es el momento de evitar que el virus se propague más y, para ello, pide a la comunidad internacional que amplíe urgentemente su respuesta y apoyo a los países afectados.
“En los últimos días, esta epidemia ya devastadora se ha acercado peligrosamente a una situación de expansión fuera de control. Una mujer con síntomas de ébola en Uganda ha muerto tras regresar a la República Democrática del Congo. También se ha dado un caso en Goma, una bulliciosa ciudad de un millón de personas en la frontera con Ruanda”, explica Ian Vale, director Regional de Save the Children para África Oriental y Meridional.
La organización considera que en ambos casos las autoridades se han preparado bien y han actuado con rapidez. “Sin embargo e incluso si estos casos no derivan de inmediato en más, muestran que mientras el ébola siga sin control en el epicentro del brote en el este de la RDC será una amenaza mortal para el país y sus vecinos”, añade Vale.
Hay más de 100 grupos armados operando en el este de la RDC, donde el constante conflicto y la inseguridad han obstaculizado la respuesta. Ya se han registrado casi 200 ataques contra profesionales de la salud.
Niños y niñas en la RDC y Uganda han explicado a los equipos de Save the Children en la región que pensaban que la enfermedad estaba siendo propagada por los propios profesionales de la salud que estaban realizando las vacunas o que había sido causada por brujería.
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