Que el sistema de partidos actual debe ser mejorado o se arriesga a ser sustituido es algo que cada vez está más claro para mayor número de españoles. PP y PSOE deben escoger lo que quieren para su futuro y el de España: el orden constitucional actual u otro semejante o que dicho orden sea subvertido y sustituido por algo semejante a Beppe Grillo o Berlusconi. La experiencia de Italia, con la desaparición de la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, debería ser suficiente pero, si no les basta, deberían aprender de la crisis venezolana tras la enorme corrupción que asoló el país en tiempos de Carlos Andrés Pérez y que terminó (¿o es sólo una etapa más?) con la muerte de Hugo Chávez.
España está podrida, su sistema de partidos es detestable tal y como se encuentra hoy y los nuevos partidos que quieren cambiar el status quo no parecen avanzar a velocidad suficiente para llegar a tiempo de solucionar el desastre moral en que andamos sumergidos. El poder de estos partidos que pretenden moralizar la vida pública española es raquítico. Todavía.
El PP está inmerso (Iba a poner infecto, tanto da) en un mar de corrupción que no sabe por dónde atajar ni cómo explicar. Son ya innumerables los casos sucios que lo asedian, tantos que no se sabe dónde empieza uno y dónde empieza el siguiente. Lo de Ana Mato es lo último ...sólo si hablamos a fecha de hoy, mañana será otro día.
Al PSOE, del que no debemos olvidar el caso faisán, los falsos EREs de Andalucía y el casoplón de Pepiño, del que hay numerosas explicaciones que dar, le ha salido un penoso caso nuevo en Ponferrada. Esta vez no es el dinero, sino la ambición, el poder por el poder, el aquí mando yo, lo que ha demostrado que la supuesta altura moral de la izquierda, esa superioridad ética de la que habitualmente presume, es mera farsa; la caspa, la vulgaridad y la ramplonería política no tienen dueño y son patrimonio de todos.
El PSOE ponferradino no hubiera movido un dedo sin los permisos correspondientes, digamos que hablo de Óscar López, dueño del PSOE de Castilla y León y mano derecha de Rubalcaba, y sin embargo ha decidido apoyarse en un condenado por acoso sexual, acuérdense del caso Nevenka, para hacerse con la alcaldía. Ha querido la casualidad que todo eso ocurra en el día internacional de la mujer. Ah, ciertamente Rubalcaba ha mandado parar y echar la marcha atrás en este asunto; demasiada notoriedad, supongo, no sienta bien a los que pretenden dar lecciones de ética a la sociedad. Por cierto, la notoriedad también se da en el caso del PP pero no parece ser obstáculo.
Toda inmoralidad parece suficiente para llegar al poder; sea dinero, sea ambición, toda inmoralidad parece estar justificada una vez que se ha llegado a él. La sensación de que todo vale, de que nunca pasa nada, de que la moral, la ética o el bien no tienen importancia, de que la honradez y la limpieza están barridas, domina la sociedad española. Que el sistema de partidos actual debe ser mejorado o se arriesga a ser sustituido es algo que cada vez está más claro para mayor número de españoles.
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