Los componentes de aquella pequeña nacida en los años sesenta lo tenían muy claro. Todo el mundo tiene una faceta de bondad nacida de su condición de ser humano que vive en comunidad.
Este humilde columnista ha considerado esta frase de los peñistas malacitanos como un reflejo de lo que pasa en la realidad. Puedo ilustrarlo con muchos ejemplos. Hasta la persona aparentemente más cruel, lleva debajo de su capa de odio e indiferencia un ser capaz de ayudar e incluso querer a los demás. Los psicólogos saben mucho de esto y procuran buscar el origen de su maldad aparentemente indestructible. Una vez conocido el porqué se puede eliminar el qué. He hecho la experiencia de rascar un poco el interior de aquellas personas que me han llegado con fama de terribles y me he encontrado con un ser al que no se le ha enseñado, o se le ha dejado, aprender a amar.
En una ocasión conocí a un muchacho joven amargado y retraído. Dentro del grupo en que se encontraba no conseguía establecer ningún tipo de comunicación. En un encuentro personal con él, finalmente, me comentó cual era su problema. Había matado a su padre. Dicho así parece un crimen execrable. Entre lágrimas me comentó que lo había hecho para evitar que su padre matara a su madre a la que estaba estrangulando. Le pudo golpear con una silla. Desgraciadamente en mal sitio y con funestas consecuencias. La justicia entendió el tema y fue benevolente con él. La sociedad y el mismo, no. Le dejó marcado en su entorno.
Mi buena noticia de hoy se basa en la constatación de un hecho inusual. Unos traficantes de droga han recogido a la tripulación de un patrullero de la Guardia Civil que les perseguía en el estrecho. Los ocupantes de la planeadora no dudaron en abortar su huida, perder su cargamento y salvar a los de la Benemérita.
Gente desgraciada, proveniente del paro y la incultura, auspiciados por los capos de la mafia que les pone en el estrecho a jugarse la vida desde sus grandes chalets y vida de lujo. Al final acaban en la trena o marcados por una vida fácil y llena de euros difícil de digerir. Marinos o marengos frustrados de un mar arrasado por la mala explotación, sin acceso a otra industria que el sol y el turismo que no da para todos.
Ojala les sirva esta experiencia para descubrir que son capaces de lo mejor y que con una ayuda adecuada podrían dedicar sus capacidades a la consecución de un mundo mejor. Me viene a la memoria aquel chaval “El pera”, un antiguo delincuente recuperado de su mala vida y hoy profesor de conductores de la Guardia Civil
Me imagino a estos ocupantes de la planeadora patrullando con la Guardia Civil el estrecho y ganándose el pan con el sudor de sus frentes. Sigo pensando que “to er mundo e güeno”. Hay que darles la oportunidad.
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