Es la gran fiesta de la sociedad valenciana. Pero voy a revivir un recuerdo personal que tengo, en mi más tierna infancia. Cuando nadie –pero vamos casi 40 valencianos sólo- se acordaba de la fiesta, ni sabía de su existencia, y mucho menos se regalaba la “mocadorá” –en la Ciudad tan solo lo hacían artesanalmente tres pastelerías del centro- entre otras cosas, porque nadie había reparado en ella, tuve el honor de asistir, en brazos de mi abuelo –era el año 1968 y yo nací en 1965-, junto a mi madre, abuela, tía y mi padre –que se incorporó a nosotros un poco más tarde-, fuimos a lo que se hacía entonces: se bajaba la SENYERA por el balcón del Ayuntamiento, íbamos a la Catedral a cantar un Tedeum, luego al Parterre a darle gracias a Jaime I y ofrendarle una corona de laurel por parte de la Sociedad LO RAT PENAT –que era quién organizaba ésta fiesta-, y luego a depositar la SENYERA en el Ayuntamiento, y a casa. Eso si, quien podía permitírselo, pasaba por una de las pastelerías dónde se hacía la “mocadorá” y se compraba, y después de comer, con el café de rigor, se consumía éstos dulces típicos de ese día.
En la sobremesa, mi abuelo ya jubilado, contaba que desde niño, el cada 9 d’octubre, asistía al acto, organizado por LO RAT PENAT. Incluso salía antes del colegio dónde daba clases, para llegar a tiempo de acompañar a la SENYERA. Él que era hombre muy recto, solo salía antes de su trabajo en dos momentos del año: el 9 d’octubre y el 16 de marzo –era curioso, el dicho que popularizó: “falles plantaes, escoles tancaes”, poniéndolo en práctica a rajatabla-. El contaba, que acompañaban a la SENYERA, toda la corporación municipal, así como la BANDA MUNICIPAL y los TIMBALEROS de la CIUDAD, que cuando la SENYERA se detenía, interpretaban la MARCHA DE LA CIUDAD, diferente al Himno Regional, que se cantaba al llegar al Parterre, ante la estatua de Jaime I. Por tanto, desde que nací, he vivido la fiesta, de una forma muy especial.
Con la llegada de la Democracia, esta fiesta se politizó de tal forma, que sirvió para enfrentar a valencianos de izquierdas –pancatalanistas- y de centro-derecha –llamados por la izquierda “claveros”-. En ese momento dejó de ser una FIESTA POPULAR, para convertirse en una celebración dónde unos se pegaban contra los otros –lo he vivido, no me lo han contado-. Claro, el sector comercial, vio en la Fiesta, una forma de sacarle jugo a la misma, y comenzaron a vendernos la idea de la MOCADORÁ, el regalo a la novia, amante o esposa, y así la fiesta fue transformándose. Ese espíritu familiar y recogido, pasó a ser arma arrojadiza de unos sectores de pensamiento contra los otros. En mi casa seguíamos celebrándolo igual –y espero seguir haciéndolo durante mucho tiempo-, participábamos en la PROCESION CIVICA, nos llevamos algún que otro tortazo de la izquierda catalanista, y como miembros de LO RAT PENAT –de toda la vida-, acudíamos al TEDEUM en el Monasterio del Puig y al SOPAR DE SANT DONIS, que cada año se hacía en algún conocido restaurante o salón de banquetes. Allí coincidíamos las familias valencianas –los Boluda, los Albarracín, los Ibáñez, los Montoro, etc.- y compartíamos un mismo sentir y pensar: la mayoría de nosotros NO NECESITABAMOS REIVINDICAR NADA. Éramos, somos y seremos VALENCIANOS. Pero ojo, no desde la política –que todo lo mancha y emponzoña-, sino desde nuestro AMOR a la PATRIA VALENCIANA, esa que sabe cantar a los cuatro vientos y que lanza proclamas de PAZ, en los campos, las huertas, las fábricas, el mar y sus marineros, esa que sabe trabajar y ser competitiva, que ama todo lo que tiene y lo da, OFRENDANDO NUEVAS GLORIAS A ESPAÑA. No necesitamos manifiestos políticos ni de un signo ni de otro, para sentir orgullo de ser VALENCIANOS. El que reniega de su tierra, es como si lo hiciera de su madre, y ya sabemos que nombre recibe. No podemos seguir con las batallas de los SIMBOLOS. Es algo ya superado por el buen PUEBLO VALENCIANO. Pero tampoco necesitamos a esos grupos pancatalanistas, que nos siguen robando el alma de la TIERRA VALENCIANA. Y que hipócritas son los políticos. Fíjense: con una mano, sostenemos al catalanismo lingüístico, permitiendo la existencia de la ACADEMIA VALENCIANA DE LA LENGUA, pero eso si, provocamos un manifiesto, para que nos vean lo valencianos que somos. Financiamos a las editoriales catalanistas, con altas subvenciones, a la vez que pagamos la hipoteca del edificio sede del catalanismo oficial en la ciudad de Valencia –el de Eliseu Climent y su banda-. Y para más, el ayuntamiento permite la apertura de un edificio, dónde sabe bien lo que se va a hacer, pero luego, si que sabe pasearse con la SENYERA en la mano. Con lo fácil que hubiera sido, alargando los permisos de apertura, perdidos vete tu a saber dónde … -práctica muy habitual en las entidades públicas, cuando no interesa que un tema sea aprobado, ¿o no?-. A lo mejor, es que también se dejan “untar” por la pancada.
Ante el 9 d’Octubre, sintamos la verdadera esencia de la Fiesta. ¿Alguien se ha parado a pensar, que en realidad es una fiesta religiosa? Estamos ante la reconquista o recuperación de un REINO CRISTIANO, que fue MUSULMÁN durante siete siglos, y que gracias a la labor de un rey cristiano –JAIME I-, volvimos a ser un reino CRISTIANO. De ahí el acto de acción de gracias o TEDEUM. Estamos ante un momento fundamental para la IGLESIA CRISTIANA DE VALENCIA. Y lo resalto así, porque probablemente la izquierda catalanista, no se ha parado a pensarlo, y solo ha visto la forma de exaltar los espíritus de los valencianos.
Tengamos presente nuestra ofrenda votiva, a los pies de NUESTRA SEÑORA DE LOS ANGÉLES DEL PUIG, la misma a la que un monarca aragonés, se puso, dándole toda suerte de bendiciones en sus campañas. Dejemos que MARIA, bajo ésta bellísima advocación nos proteja y nos guíe en nuestro caminar como valencianos. FELIÇITATS.
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