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El Círculo

Uno de mis primeros trabajos fue precisamente agente de la red comercial del Círculo de Lectores
Eduardo Cassano
sábado, 9 de noviembre de 2019, 11:00 h (CET)

Ayer por la mañana cuando me tomé el primer café me llevé un disgusto con el titular: Planeta ha cerrado El Círculo de Lectores. De repente, pasé de la actual crisis de los 40 a la inocente adolescencia en la que leía sus promociones, hacía pedidos por precios realmente económicos, y empecé a aficionarme a la lectura.

Uno de mis primeros trabajos fue precisamente agente de la red comercial del Círculo de Lectores. Hace muchos años ya, venía de tocar puerta fría y encontrarme con todo tipo de personas desagradables… pero El Círculo, era otra cosa; las personas te esperaban, muchas incluso con impaciencia al catálogo con las novedades y preparadas para hacer su pedido.

Era un trabajo agradecido, con un buen ambiente de compañerismo pero contractualmente a futuro, poco interesante. En ese momento valoré más ese ‘pequeño detalle’, quizá porque la experiencia comercial anterior de puerta fría ya era suficiente, para encontrar un trabajo con más posibilidades. Pero cada vez que toqué un timbre en nombre de El Círculo de Lectores, jamás encontré al otro lado de la puerta a una persona hostil. Y es algo que siempre agradecí, porque no era solo una venta de libros a domicilio, era también un diálogo con el cliente que en ese momento se convertía en una especie de amigo temporal, con el que intercambiar opiniones literarias y consejos.

Me ha dado mucha pena leer esta noticia. Es cierto que era algo previsible, por la novedad del libro electrónico, pero lo cierto es que se siguen vendiendo muchísimos más libros en papel, aún hoy. Ese dato, y la gran fidelización que tenía El Círculo de Lectores (que se transmitía de generación en generación) me hace pensar que la decisión empresarial obedece a una falta de buena gestión por parte de Planeta, en los resultados negativos que ya conocía –y podía esperar- al comprar la empresa a Bertelsmann en plena era digital.

Nos quitan el libro que nos traen a casa, justo ahora que nos traen todo tipo de comida rápida a un solo click de aplicación del móvil. Nos falta una aplicación de libros a domicilio en 30 minutos, con un consejo y crítica gratuita del repartidor. Ahí dejo la idea, por si el Círculo de Lectores puede adaptarse a las nuevas tecnologías en lugar de cerrar directamente el grifo. Si además lo envían con una bicicleta, se ahorran hasta la gasolina y el seguro de transporte.

En fin… podrán quitarnos el Círculo pero jamás podrán quitarnos esos mercadillos, como el Rastro de Madrid o el Mercado de San Antonio de Barcelona. En esos lugares los libros se entremezclan, las personas entran en una especie de guerra amistosa revolviéndolos, como el que busca oro en un río, y siempre se encuentra algo que habitualmente nada tiene que ver con lo que tenía uno pensado al levantarse de la cama. Ésa es la magia del libro, que te atrapa.

Me encantaría ver, de forma espontánea, una manifestación y acampada en la Plaza del Libro de todas las ciudades de España, con todos esos clientes que se han quedado sin servicio a domicilio, exigiendo su derecho a la cultura. Pero me temo que eso no pasará, aunque confío en que esas mismas personas no dejen de comprar libros en papel, porque esos nunca te dejarán sin batería.

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Es propio de estas fechas hacer balance del año. Pero, entreviendo conclusiones poco gratas, opto por emprender una cavilación breve y escrita sobre la noción, más genérica, de cambio o transformación, ese “leitmotiv” recurrente del progresismo contemporáneo cuando medimos cualquier mutación en términos de avance social.

Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.

Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.

 
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