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El clima de carracuca

En fin, a contaminar como si no hubiera un mañana, porque casi es seguro que no lo habrá. Da igual que Greta no vaya al cole
ZEN
lunes, 16 de diciembre de 2019, 08:42 h (CET)

Hermano: ya sabes que cuando en un sitio hay mal rollo solemos decir finamente que “hay un mal clima”. Pues bien, tras la Cumbre del Clima COP25 de Chile que se ha celebrado en Madrid (ya empezamos mal) se puede concluir que ha habido muy mal clima en la cumbre.

Que si solo los europeos, y no todos, estamos concienciados con eso del cambio climático. Que si a los norteamericanos de Trump, a los chinos, a los indios de la India y a los rusos de Putin la cosa se la trae al pairo. Y, por lo tanto, solo un 10% de mundo global está comprometiéndose a hacer algo al respecto.

O con debates tan curiosos como el de que si la niña Greta Thunberg está siendo manipulada por sus padres y por los medios de comunicación, que si no ha hecho nada en su vida como otro chaval que a su misma edad ya había inventado un aparato para “desplastificar” los mares y a este nadie lo conoce, que si no va a clase y se está perdiendo su educación. Esto unido una campaña de desprestigio en las redes sociales, fundamentalmente la tóxica Twitter y la no menos tóxica WhatsApp.

Pues bien, no nos preocupemos demasiado porque lo del clima está más perdido que Carracuca. Aquel que, desgraciado y viudo en la zarzuela “la rosa del azafrán”, buscaba mujer para poder criar a los guarros y descerebrados de sus cinco hijos y ninguna le parecía suficiente buena.

Pero, Carracuca aún tenía donde elegir, aunque fueran viudas, feas o viejas. A nosotros no nos queda más planeta que este.

En fin, a contaminar como si no hubiera un mañana, porque casi es seguro que no lo habrá. Da igual que Greta no vaya al cole.

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En nuestra realidad circundante, en lo que solemos citar como nuestro entorno, el sistema judicial tiene como objetivo no la Justicia, abstracción platónica que nos trasciende, sino garantizar, con realismo y en la medida de los posible, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, que no es poco. Por eso hablamos de Estado de Derecho, regido por la Ley.

Estamos habituados a tratar con las apariencias, con la natural propensión a complicar las cosas en cuanto pretendemos aclarar los pormenores implicados en el caso. Los pensamientos son ágiles e inestables. Quien los piensa, el pensador o pensadores, representa otra entidad diferente. Y curiosamente, ambos se distinguen del fondo real circundante, este tiene otra urdimbre desde los orígenes a sus evoluciones posteriores.

Dejó escrito Salvador Távora sobre Andalucía que «la queja o el grito trágico de sus individuos sólo ha servido, por una premeditada canalización, para divertir a los responsables». No sé si mi interpretación es acertada, pero desde que vi por primera vez su obra maestra, Quejío, en el teatro universitario de Málaga creo que muy poco después de su estreno en 1972, el término adquirió para mí un sentido diferente al que antes tenía.

 
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