Hace unos días nos enteramos por la prensa de que Francisco Igea, líder de Ciudadanos --y actual vicepresidente de la Junta de Castilla y León, portavoz y consejero de Transparencia, Ordenación del Territorio y Acción Exterior-- quiere disputar el liderazgo de ese partido a Inés Arrimadas. Posiblemente sea el principio del fin de ese partido. No sabemos lo que sucederá con Arrimadas, pero si llegar a ganar Igea es casi seguro que desaparezca como partido o acabe en una deriva desnortada al estilo Alberto Rivera; es decir, una veleta en toda regla.
La labor que Igea está haciendo en las Cortes de Castilla y León es nula y nefasta. No ha sabido rodearse de equipos y están nadando en el desastre diario –en palabras de miembros de su propio equipo-- lo que hace que compliquen considerablemente la labor del Partido Popular en el Gobierno regional. Debe de pensar, el tal Francisco Igea, que por haber “descabalgado” a la segoviana y expresidenta de las Cortes de Castilla y León (“Patatera Mayor”, como la conocían en el PP) ya puede hacerlo también con la líder actual de Cs, Arrimadas.
Su labor nefasta en Castilla y León lo es hasta el punto de hacer cojear al Gobierno de Alfonso Fernández Mañueco, enfrentarse en varias ocasiones al alcalde de Valladolid y discutir permanentemente con Luis Tudanca. Incluso sus broncas con Fernández, el muchacho de “Hundidas” Podemos que ha estado a punto de desparecer del mapa político castellano y del leonés, del mismo modo que hubiera desaparecido Ciudadanos de ser elecciones autonómicas y no generales las últimas elecciones celebradas.
Francisco Igea está ubicado en el sector crítico de Ciudadanos y dispuesto a no dejar pasar la ocasión salvo que haya cambios organizativos y en la estrategia de la formación antes de que se celebre el congreso, tal vez en el mes de marzo, o antes si hubiera nuevas elecciones. Exige un cambio inmediato en la hoja de ruta política de la formación; es evidente que Ciudadanos ha quedado a los pies de los caballos tras el 10-N. El partido está descabezado, sus pesos pesados huyen despavoridos y a la formación puede sucederle lo que a la antigua UPyD. Una prueba de ese descabezamiento es que muchos de sus afiliados han solicitado filiación en el Partido Popular de Casado que, dicho sea de paso, sigue en la línea de la “derechita cobarde” que ya iniciaran Mariano Rajoy y Sáenz de Santamaría. Francisco Igea pretende que Ciudadanos sea una organización mucho más participativa, además de un profundo cambio en la estrategia para poder hacer frente “al populismo de la derecha y de la izquierda”. Es de los que no quieren ver ni de lejos al partido de Abascal y no entendió que éste pactara con PP y Ciudadanos en algunas comunidades autónomas. Igea es el prototipo del veleta mentiroso, al más puro estilo Rivera: es de los que ofrecen porque no piensa cumplir. A los hechos me remito.
Nadie entiende qué es lo que pretende Francisco Igea con eso de “hacer un partido más imprescindible que nunca”. Tal vez sea lo mismo que decía Abascal de VOX en el sentido de que es una formación de “extrema necesidad” y no de extrema derecha. Eso de que Ciudadanos pueda ser un partido capaz de pactar a izquierda y a derecha me recuerda lo que siempre ha perseguido el PNV: con unos u otros, pero siempre que nos den. Mal asunto y mediocre aspiración si ese es el camino por el que Francisco Igea pretende llevar a Ciudadanos.
Pero no todo parece ser negativo. Sí hay un dato que es plausible. Igea también aspira a que “España no dependa de los nacionalismos periféricos”. Tal vez ahí es donde hay que ubicar eso de “hacer un partido más imprescindible que nunca”. Es loable tal aspiración, pero cuidado porque casi siempre los líderes acaban contaminados por el compañero, el aliado o el propio pacto. Ahí tienen a la casta de “Hundidas” Podemos que, en apenas dos años, han traicionado todos sus principios; se han repartido sobres en negro; han heredado de las dictaduras más sangrientas, han montado la “Gürtel” de la caja “B” y el reparto de sobres entre los líderes más rufianes, además de enriquecimientos en negro, abuso de trabajadores, represión encubierta….; es decir, toda una trama corrupta y corrompida, al estilo del PSOE y a imagen y semejanza del PP.
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