Tras las críticas que ha generado este nuevo formato, se cumplen los peores pensamientos de los aficionados del Valencia y del Barcelona: la final de una competición como la Supercopa (que siempre la han disputado el campeón de Liga y el campeón de Copa del Rey a doble partido) enfrentará al Real Madrid y al Atlético de Madrid, que no lograron ningún mérito para disputarla.
Se clasificaron gracias a la invitación de Luis Rubiales, presidente de la RFEF, que decidió llevar la competición a un país como Arabia y Saudí, con una tradición futbolística escasa y con un estilo de vida muy diferente al que tenemos en occidente.
El motivo por el cual la Real Federación Española de Fútbol ha querido llevar una competición como la Supercopa a un país como Arabia no es otro que económico.
A pesar de que se firmó una claúsula de confidencialidad, el reparto entre los clubes no es equitativo (el Valencia Club de Fútbol, campeón de Copa del Rey, será el que menos porcentaje de ingresos saque) y una parte importante del pastel irá destinada a la Federación, que quiere promocionar el fútbol regional con esos ingresos, según ha afirmado el presidente Rubiales en las últimas semanas.
La competición se encontraba estancada y ya no lograba captar la atención de los aficionados al fútbol español, por lo que desde la Federación se buscó lograr un formato a priori más atractivo para el espectador. A pesar de ello, lo que han logrado es que la Supercopa sea un torneo sin prestigio, más cerca del torneo de verano que de competición oficial.
Las casas de apuestas como Bet365 España dan como favorito para alzarse con el trofeo en Jeddah al Real Madrid del técnico francés Zinedine Zidane, que se clasificó en semifinales contra el Valencia en un partido no exento de polémica arbitral, algo habitual en los partidos del conjunto de la capital de España.
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