Escuché hablar esta mañana de la anexión rusa de la península de Crimea al "líder del mundo libre" desde la Casa Blanca. La gran idea del Presidente Obama versaba sobre "las decisiones que ha tomado el gobierno ruso". Se pronunciaba en el tono condescendiente del jefe de estudios de un instituto que echa la bronca al cabroncete de turno a tenor de "las malas decisiones" que sigue tomando, y las "decisiones rechazadas por..." ¡Átese los machos! "... la comunidad internacional".
Aparte de eso, el Presidente anunciaba que impone "sanciones" a más particulares del gobierno ruso que piensen en visitar Disneylandia o abrir una cuenta de ahorros en el Primer Banco Nacional del Quinto Pino. Si usted está incluido en la lista y su mujer anda detrás de un fin de semana de compras por Madison Avenue o Rodeo Drive, complicado: Obama le reserva el derecho de admisión a las tiendas. Para cualquiera del Kremlin que siga molestándose en ver las ruedas de prensa del gobierno estadounidense, el único peligro real de la "presión" norteamericana es morirse de risa.
Daniel Henninger abre su columna del Wall Street Journal esta semana así:
Para cuando se derrumbaba la segunda torre del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, el mundo entero lo estaba siguiendo. Podemos dar por sentado que Vladimir Putin lo estaba siguiendo. Putin, diestro contable de las realidades políticas, vería que alguien iba a ser castigado por esto, y bien castigado.
Por supuesto tenía razón. La presidencia Bush pasó a ser presidencia de guerra aquella jornada, y castigó y persiguió a los fundamentalistas islámicos de al Qaeda sin respiro ni disculpa.
Durante aquel tiempo, se informó de que Vladimir Putin, antiguo espía del KGB en Alemania Oriental, lamentaba profundamente la caída del imperio de la Unión Soviética y despreciaba a los americanos que la provocaron. Pero a nadie le importaba lo que pensara Putin por entonces.
Eso es cierto. Un par de jornadas después del 11 de Septiembre, la Administración Bush llamó a Moscú y exigió el permiso ruso al uso estadounidense de las bases militares en la antigua Asia Central soviética en su planeada invasión de Afganistán. Debió de ser toda una llamada telefónica. Washington proponía hacer no sólo lo que el Kremlin fracasó de forma tan abismal, sino hacerlo desde las viejas bases de los rusos. Y aun así Moscú entendió que, por una vez, América iba en serio. Y por eso, frente a un fait accompli, accedieron.
¿Trece años después? Daniel Henninger de nuevo:
A veces los asuntos del mundo abandonan los cauces establecidos. Los diplomáticos pueden dar motivos de que no revierta en interés de Putin o de Rusia seguir este rumbo. El Vicepresidente Biden informó a los polacos de Varsovia el lunes de que la invasión de Crimea por parte de Putin era "lógica errada". Para los caballeros empotrados en el mundo de las cuestiones racionales, es difícil reconciliarse con el punto de vista de Putin: A él no le importa nada lo que crean ellos.
En efecto. A él sólo le importa lo que hacen, y todo lo que hace Obama confirma a Putin que Crimea es suya. Y si es el caso, ¿por qué detenerse ahí?.
Así que Putin seguirá adelante, recomponiendo el Imperio Ruso, mientras la Administración Obama sigue sus propias prioridades en materia de política exterior:
Secretario Kerry: Estados Unidos enviará científicos a debatir homosexualidad con Presidente ugandés
Eso está tomado de la "asamblea" del Departamento de Estado con John Kerry, moderada por el editor de internacional de Buzzfeed, que le preguntó por "las políticas 'anti-LGBT' de Uganda". El Secretario de Estado viene manteniendo conversaciones con Museveni:
"Está decidido a reunirse con algunos de nuestros expertos para que podamos dialogar en un intercambio relativo a que lo que hizo no puede sustentarse en ninguna clase de dato científico o realidad, cosa que afirmaba", decía Kerry. "Él lo celebró y dijo estar encantado de recibirles y mantener esa clase de conversación".
El Secretario llama a esto "enfoque a medida" en los asuntos internacionales. Desde luego, muchos líderes africanos no son parciales con respecto al colectivo LGBT. Pasé una rápida revista del panorama hace unos años:
Robert Mugabe en Zimbabwe, que acusa a Tony Blair de intentar imponer la homosexualidad en todos los territorios de la Commonwealth; o el keniata Daniel arap Moi, que criticaba "el azote homosexual" que asolaría África; o Frederick Chiluba en Zambia, que dice que los homosexuales no tienen "derecho a ser anormales"; o Sam Nujoma en Namibia, que acusa a los homosexuales africanos de ser "europeos en el armario" que intentan destruir su país a través del contagio del "homosexualismo"; o el ugandés Yoweri Museveni, que propone la detención de todos los homosexuales, aunque posteriormente moderó su postura e instó al retorno a los buenos tiempos en los que "a estos pocos individuos se les ignoraba o sus padres les quitaban la vida con jabalinas".
De manera que si usted va a despachar un equipo de expertos homologados del Departamento de Estudios Gays, Lésbicos, Bisexuales, Transexuales, Indecisos y Sexualmente Fluidos de Princeton a reunirse con Museveni, asegúrese de que él deja enfundadas las jabalinas en el paragüero del otro extremo de la oficina.
De ahí la política exterior norteamericana de la elevada sensibilidad: nada de diplomacia por intimidación, sólo diplomacia por sexualización.
Y ni siquiera entonces el mundo se queda con la idea de que Washington va en serio. ¿Cree usted que John Kerry va a enviar una delegayzación a Irán, donde ahorcan a los homosexuales en lugar de meterlos simplemente en la cárcel (como propone Museveni), o a las regiones de Afganistán y Pakistán controladas por los talibanes, donde se ejecuta los homosexuales lapidándolos bajo una pared levantada a tal efecto, o a Arabia Saudí, Mauritania, Yemen, Sudán y las tropecientas regiones del mundo musulmán en las que la homosexualidad se castiga con la pena capital? ¿Qué hay de Irak, donde fuera de la "Línea Verde" los homosexuales son secuestrados, mutilados genitalmente y se les cierra el recto con pegamento? ¿O es que el famoso "enfoque a medida" sólo se aplica a los lugares que tienen un 84 por ciento de cristianos (como señalaba ayer el locutor conservador Rush)?.
Así que, mientras Putin, los mulás y el politburó chino tienen plena libertad de acción, la política exterior de los Estados Unidos es, como les gusta decir a aquellos chavales de las "malas decisiones", "para maricas".
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