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Podemos aplicar el artículo 128 de la Constitución

¿Cómo pueden pensar los partidos gobernantes que los jóvenes les van a seguir creyendo?
José Sarria
lunes, 2 de junio de 2014, 07:09 h (CET)
“El Partido Socialista declara que tiene por aspiración:

1º - La posesión del poder político por la clase trabajadora.
2º - La transformación de la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o común.
3º - La organización de la sociedad sobre la base de la federación económica, el usufructo de los instrumentos del trabajo por las colectividades obreras, garantizando a todos sus miembros el producto total de su trabajo, y la enseñanza general científica y en especial de cada profesión a los individuos de uno u otro sexo.

En suma: el ideal del Partido Socialista es la completa emancipación de la clase trabajadora; es decir la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, honrados e inteligentes”.

Leído, así, a pelo, este podía ser el ideario del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), es decir la organización que apoya a la revolución bolivariana de Hugo Chávez y Maduro. Esa revolución que tanta urticaria produce en Felipe González. Y resulta que no, que este ideario es el que figuraba, textualmente, en el carné del PSOE en el momento en que Felipe González alcanzaba el poder total en las urnas. Esas proclamas se pueden leer en los carnés de la época hasta bien entrados los años 90. Aquella utopía socialista, que se enfundaba en cazadoras de pana, fue capaz de ilusionar a millones de españoles que creyeron que había que ir a por el cambio y que la transformación social era posible. Hoy, aquellos jóvenes utópicos de flequillo al viento, universitarios con pantalón de campana que cantaban a los Rolling, se han convertido en mamuts, en diplodocus de la cosa política. Felipe González se ha abstraído de aquellos principios con los que ilusionó a toda una nación y ha venido a pontificar acerca de Podemos, haciendo un paralelismo endiablado entre el ideario de los jóvenes de coleta con el socialismo bolivariano.

Desde la altura de una buena poltrona la perspectiva es bien distinta a la que se tiene viviendo en los infiernos. Son muchos, demasiados, los jóvenes que conviven con una tasa de paro del 55%, son decenas de miles los que han tenido que buscarse las habichuelas allende los Pirineos y decenas de miles a los que se les ha marginado a malvivir con un salario de miseria.

¿Cómo pueden pensar los partidos gobernantes que una generación de jóvenes a los que se les ha robado el futuro y la esperanza les van a seguir creyendo? No es que los jóvenes crean que son incapaces de solucionar el problema, es que los jóvenes los identifican como parte indisoluble del problema.

Y esta es la cuestión: o abandonan ya (PP-PSOE) el discurso del buenismo, la autocomplacencia y el onanismo partidista, mientras el país sigue desangrándose día a día o, posiblemente, en la próxima convocatoria electoral los jóvenes votarán masivamente a quienes apuesten decididamente por la aplicación del artículo 128 de la Constitución como metodología para solucionar el problema, en lugar de seguir los dictámenes de Merkel y la Troika. Y eso es lo que está diciendo Podemos. Y algunos lo suscribimos. That is the question.

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