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Etiquetas | Rey | Felipe VI

Aunque me ves con abarcas…

Bajo el sofisticado glamour, Felipe y Leticia van con “abarcas”
Carlos Ortiz de Zárate
viernes, 6 de junio de 2014, 07:17 h (CET)
El discurso de la jefatura del Estado entrante me ha evocado esta canción de la Cantabria profunda; podía haber pensado en otra cosa, porque hay glamour, escenarios y bienvenidas. No se escuchan los abucheos a los que estábamos acostumbrados en sus actos. Otra cosa en la que me he fijado; tenemos a una primera dama a la imagen de Cecilia ex Sarkozy o de la Clinton y donde había desavenencias se presenta un equipo muy bien orquestado.

Me ha venido a la mente la canción evocada, porque se ven las abarcas bajo la sofisticación del maquillaje. Se ha visto por el planeta el glamour de La futura reina y hasta incluso ha vuelto a salir la foto que comparaba los culos de Leticia y de la Bruni. No habrá entronización religiosa y proclaman no pronunciarse hasta que los representantes de los españoles nombren al sucesor.

Las “abarcas” están ahí, tenaces, aunque nos vayamos de romería; tenemos que andar entre charcos. El nuevo equipo, tan cuidadoso en las formas y en las agendas, nos ha salido por peteneras con la alusión a la sucesora en el principado de Viana –uno de los títulos del sucesor al jefe de Estado entrante, una menor. No muestran un gran respeto por la jefatura del Estado, puesto que no es previsible que lo quiera o pueda asumir una niña.

Es un insulto al sentido común, son las abarcas que delatan. De nada sirve ya el laicismo que se ha forzado en mostrar Leticia o que su tía se proclame partidaria de que la sucesión sea precedida de un referéndum.

La reina saliente, por su parte, está usando del glamour y de la aclamación en la ONU y en la prensa del planeta; proclama que todo seguirá igual y la imprecisión sobre los títulos, papeles y privilegios de la jefatura cesante es muy poco respetuosa con la urgente trasparencia.

Finalmente, la última es violada impunemente mientras no se proceda a un serio control de los patrimonios de los jefes de Estado entrante y saliente, como es imperativo para cualquiera de nuestros representantes.

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