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Yo abdico

Vivimos en un país maniatado por el puño de hierro de Europa
Ekaitz Zayas
martes, 24 de junio de 2014, 08:29 h (CET)
No por decirlo más alto va a ser más cierto, pero es que yo abdico como ciudadano de este mundo que está mediatizado e incentivado por la corrupción, abuso de poder, diferencias sociales, malos tratos (físicos y psicológicos), pena, pobreza, hambre, tristeza,… No quiero un mundo así, es más, me gustaría, muchas veces, ser el inmortal agente 007 para pedir un “Martini seco mezclado, no agitado” y evadirme de tanto mal uso del poder de representación y de tanta incapacidad para tomar decisiones que hay en este mundo.

Resulta sencillo escribirlo, decirlo, insinuarlo o únicamente pensarlo, pero es evidente que para los “jeques del petróleo” (pregunten en las Islas Canarias sobre esto) que hoy nos guían hacia el dorado, de un atesorado pasado o, lo que es lo mismo, fuera del profundo abismo de la crisis, no lo es tanto.

Vivimos en un país maniatado por el puño de hierro de Europa, personificado en Alemania, que hoy por hoy empieza a derivar hacia un figurado Cuarto Reich (como ya aventurara Walther Funk, presidente del Reichsbank y ministro de Economía bajo la dictadura de Hitler), democrático y bajo unos principios de igualdad que los derechos humanos y decencia social ostentan. El tema es casi como parece. Ahí está el problema. Países como España, que viven pendientes de que Europa señale hacia arriba o hacia abajo con el pulgar, hacen que la democracia y derechos humanos pierdan ese sentido de saber dónde queda el Norte y dónde el Sur. Hoy, los derechos a una vivienda digna y a un alimento que ingerir, pasan a mejor vida, bien sea con el gobierno X o con el Y, mientras que al otro lado del estrecho tratan de saltar una valla que a lo mejor, no debiera de existir. Es más, puede ser que la valla la estén colocando más al sur, en un país que hace tiempo toco fondo, pese a los famosos brotes verdes, de lo que deberían.

Hablando de jeques, capos, coroneles y comandantes, el hecho de ver cómo los medios de comunicación nos anuncian las reuniones de Don Mariano con Doña Angela o con Don Mario, resultan una auténtica chiquillada. ¿Alguien en su sano juicio ve esto como una reunión? A mí me recuerda a un examen oral, ni siquiera de la universidad, porque antes del “unificador” Plan Bolonia, solía ser necesario saber sobre lo que te iban a cuestionar para poder aprobar. El aleccionado y el profesor.

Dejando a un lado los encuentros entre “líderes” de Gobierno, yo creo en una política de estimulación, que fomente el movimiento de capitales, con una bajada en el tipo de descuento, para proporcionar una inyección de liquidez al mercado, o una reducción del coeficiente de caja, por citar ejemplos. Veo útil un incremento en gasto público y reducción de impuestos, al contrario de lo que Europa manda y comanda, ya que ha optado por políticas restrictivas. Me apoyo en el llamado efecto multiplicador keynesiano, que afirmaba que tras una inversión del Estado, la población tendrá capacidad para acometer nuevos desembolsos, siendo el movimiento de la demanda agregada crecientemente decreciente. También es cierto, que por el efecto expulsión se pueda dar un incremento del tipo de interés y reducir la inversión. Esto dependerá del escenario y del estudio de numerosas variables macroeconómicas. Es cierto, que la gente pueda decir: “Si un Estado con poco dinero en sus arcas hace inversiones para incentivar la economía local, se van a empobrecer aún más”. Estoy de acuerdo, y seguramente entrásemos en un período de estanflación (alta inflación y desempleo), tal y como ocurriera en 1973 con la crisis del petróleo. Desde entonces, provoca pavor tomar una política fiscal de este tipo.

Veo tonto poner deuda en el mercado, para que “foráneos” compren parte de un país, ligándolo a una subida de impuestos que empobrezca más y más a la población. Tampoco se dan cuenta, de que pretendiendo una inversión en el mercado privado, se está realizando en el Estado, el cuál va recuperándose, contra el empobrecimiento de la sociedad. Lograr un país que no es propiedad del país y cuyos habitantes son cada vez más pobres, es una santa memez. Pregunto, ¿no es más sencillo colocar la deuda pública a los ciudadanos del país, haciéndoles partícipes del mismo, que subirles los impuestos y hacerles ver que aparte de pobres no pintan nada?

Toda situación y medida resultará comprometida ya que, parafraseando a Churchill, cuando dijo que “la democracia es el menos malo de los sistemas políticos”, podemos decir algo parecido de las políticas fiscales y monetarias tomadas en la actualidad. Así pues, vemos cómo se ha buscado preservar el Euro en la Unión Europea, en detrimento de salvar la economía de la misma y a sus ciudadanos en particular, al contrario de lo que EEUU propuso en su día para reflotar o de la devaluación constante del Yuan Chino que han estado haciendo al país del sol naciente una máquina exportadora.

Después de estas primeras reflexiones, que me sirven como carta de presentación, prometo analizar noticias y seguir dando palos a diestro y siniestro, ya que como titularía James Bond hace ya 41 años, “Vive y deja morir”, frase a aplicar al sistema y a quien lo alimenta.

Así pues, y como decía un profesor mío: “Con que esto sirva para que alguien piense, me vale”.

Que valga la redundancia… mientras no redunde demasiado.

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