Concienciar sobre los problemas que sufren muchas personas en todo el planeta para fortalecer un sistema que los comprenda y apoye, es básico, es fundamental. No soy un entendido en el tema, pero creo que un gran paso para lograrlo, es desestigmatizar el diálogo sobre la depresión.
Buscar apoyo y consultar con especialistas no debe ser motivo de vergüenza para el paciente o su entorno, sino una acción necesaria para evaluar y tomar las medidas adecuadas a tiempo.
La depresión no se presenta de un momento a otro: muchas personas tienden a aislarse, se sienten tristes, tienen antecedentes personales o familiares, o verbalizan intenciones como “ganas de dormir y no despertar”. Pienso que el entorno, entonces, cumple un rol fundamental no solo al estar alerta a estas manifestaciones, sino también al ponerlas abiertamente sobre la mesa, preguntando sin temor y escuchando a quien está sufriendo.
Sería importante que familiares y amigos no teman propiciar una conversación abierta: es más, pueden sentir alivio, al comprender que tienen al lado a alguien dispuesto a escuchar y ayudar.
Es necesario que todos estemos alerta a cómo se sienten las personas que nos importan, identificando las señales de alerta y buscando apoyo profesional cuando sea necesario. Cada acción -por más pequeña que sea- puede marcar la diferencia y salvar vidas.
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