El boom de la construcción desencadenado en España desde los años 90 pero presente hasta los años previos a la crisis económica del año 2008 provocó que numerosos jóvenes estudiantes optaran por el camino más fácil, dejar sus correspondientes estudios e introducirse en el mercado laboral. Esta decisión tomada hace años de forma unánime por parte de profesores, políticos, familiares y el propio individuo resultó catastrófico y los resultados de aquellas decisiones se pueden ver hoy en día. Unos decían sí no quiere estudiar que trabaje, otros que no se puede gastar el dinero en la gente que no es competente y el estudiante concluía que no le gustaba estudiar.
Estudiantes de 16 años en un curso de la educación secundaria obligatoria (ESO), estudiantes de derecho, de arquitectura o de ingeniería industrial (conozco los cuatro casos) vieron muy apetitoso un sueldo de 3.000 euros mensuales, muy superior al de muchos catedráticos en diversas facultades españolas y dejaron de lado su formación. Al cabo de un par de años, las empresas cerraron, las obras se paralizaron y los empleados se fueron para sus casas y como dice mi abuela “sin oficio no hay beneficio”. Afortunadamente, la situación desencadenada tuvo factores positivos: muchos de los empleados prematuros volvieron a continuar o completar sus diferentes estudios y actualmente hay una mayor conciencia a nivel social sobre cuándo se debe estudiar o trabajar (así como complementar las dos).
Por supuesto también se produjeron consecuencias nefastas. En las dos figuras que se muestran a continuación extraídas del Instituto Nacional de Estadística (INE) se puede observar la tasa de actividad de la población denominada joven (comprendida entre los 16 y 24 años) así como la tasa de actividad según el sexo. En el último periodo analizado que es el primer trimestre del presente periodo (2014) se observa una tasa de actividad que no alcanza el 40%, sí este último dato fuera provocado debido a que todos los individuos comprendidos en las edades anteriormente señaladas se estuvieran formando sería un buen dato. Sin embargo, se calcula que sólo la mitad del 60% se está formando, mientras que la otra mitad de la población joven se encuentra buscando trabajo, generación ni-ni (ni estudia- ni trabaja) o realizando diversas actividades no recogidas en los informes.
Finalmente me gustaría recalcar que si no existe una buena formación en los jóvenes es imposible mantener un estado de bienestar. Por cada euro que se invierte con fondos públicos en formación (sea primaria, secundaria, formación profesional, etc.) se recuperan en el futuro ocho con cinco euros (vía impuestos) y considerando únicamente la vía económica. A pesar de que una mayor educación también repercute de forma biológica (más salud) o social (modales, servicios sociales a la comunidad, etc.) Por lo tanto, si se conoce el pasado y lo que podría suceder en el futuro, ¿Porque una de las partidas más recortadas es la educación?
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