El 75% de los traumatismos craneoencefálicos (TCE) se produce por accidentes de tráfico. La mayor frecuencia de estos traumatismos, en una proporción de tres a uno, se da en varones, jóvenes, menores de 30 años, cuando van al volante, según explica el doctor Luis Gangoiti Director Médico del Instituto de Rehabilitación Neurológica NeuroMadrid. Sin embargo, agrega, los niños y los ancianos sufren más frecuentemente atropellos con las mismas consecuencias, mientras que los accidentes de moto se centran fundamentalmente en menores de 25 años. Este experto afirma que la incidencia de los TCE se sitúa en 200 casos al año por cada 100.000 habitantes.
El número de traumatismos craneoencefálicos derivados de accidentes tiene una correlación con el número de desplazamientos por carretera. La Dirección General de Tráfico prevé cerca de 80 millones de desplazamientos de largo recorrido por carretera este verano y sus estadísticas hablan de unos 2.000 heridos graves al año en el periodo estival por accidentes de tráfico en los últimos años[i], y de 235 fallecidos el verano pasado por este motivo.
Al hablar de daño cerebral, el doctor Gangoiti hace una distinción entre dos tipos, primario y secundario. El primero de ellos se produce por colisiones a alta velocidad debido que afectan a las estructuras neuronales que se golpean, tanto en el plano directo como en el posterior. “Esta lesión por golpe-contragolpe puede empeorar si además se añaden fuerzas de rotación y desaceleración, provocando una lesión axonal difusa o hemorragias intracraneales”. Posteriormente se establece el daño secundario, “que puede continuar durante un período prolongado. La lesión cerebral secundaria es la principal causa de muerte hospitalaria tras un TCE, y la mayoría son causadas por el aumento de la presión intracraneal y la consiguiente disminución de la perfusión cerebral que conduce a isquemia y empeora el daño primario”.
Impacto sobre la vida de los pacientes
“Las lesiones cerebrales son muy complejas”, apunta el Director Médico de NeuroMadrid, que considera que cualquier tipo de función sensorial, cognitiva, conductual, motora o autonómica puede verse amenazada. Muchas de estas complicaciones aparecen los primeros días tras el accidente, pero pueden descubrirse también incluso meses después de la lesión, según la gravedad inicial. Sin embargo, “otras secuelas se desencadenan a largo plazo; todas estas consecuencias pueden aparecer solas o combinadas, y son variables en lo que respecta a sus efectos en cada paciente y su núcleo familiar”.
Así, argumenta, “la calidad de vida del paciente y su entorno se ve muy comprometida, no sólo por los trastornos motores, sino también por problemas de memoria y dificultades de atención y concentración, fallos en el uso del lenguaje y la percepción visual, así como incapacidad de resolución práctica de problemas”. Este experto agrega que no es infrecuente ver pacientes que producen a sus familiares agresiones verbales y físicas, y presentan otras anomalías como agitación, dificultades de aprendizaje, poca conciencia del daño, alteraciones del funcionamiento sexual, impulsividad y desinhibición social. También son habituales los trastornos de humor, los cambios de personalidad, las alteraciones del control emocional, la depresión y la ansiedad. “Las consecuencias sociales de las lesiones neurológicas incluyen un mayor riesgo de suicidios, divorcios, desempleo crónico, presiones económicas y drogodependencia. Estas consecuencias son terribles tanto para los afectados como para sus familias”, explica el experto.
Importancia de la Neurorrehabilitación
La buena noticia, manifiesta el doctor Gangoiti, es que cualquier daño neurológico traumático es potencialmente tratable gracias a la activación de los mecanismos de respuesta de que dispone el sistema nervioso.
“La neuroplasticidad implica que las terminaciones distales de las neuronas, las dendritas, se remodelan sin cesar, variando también su composición morfológica y número de sinapsis, así como las células acompañantes de la glía (un tipo de células del cerebro que brindan soporte a las neuronas) y sus interacciones”, argumenta este experto, que apunta que todos estos cambios estructurales pueden ser inducidos por nuevos aprendizajes, realizaciones motoras específicas, técnicas de neuroestimulación y neuromodulación, “confirmando que la reorganización cerebral puede ser influenciada en gran medida por un tratamiento neurorehabilitador completo”. Así, un programa de neurorrehabilitación posterior al alta hospitalaria, como parte de un proceso continuo y sin interrupción, consigue alcanzar una respuesta óptima en el menor tiempo posible en la práctica totalidad de los pacientes tratados.
Entre las técnicas aplicadas a la rehabilitación neurológica en la última década, el doctor Gangoiti, destaca el re-aprendizaje motor orientado a tareas específicas, la utilización de nuevas tecnologías y los múltiples procedimientos para la rehabilitación de los trastornos perceptivos. El Director Médico de NeuroMadrid alude a que “existen múltiples ensayos para aplicar nuevas soluciones tecnológicas en el ámbito rehabilitador. Ejemplos de este interés son, entre otros, la utilización del ordenador para rehabilitación neuropsicológica o logopédica, la utilización de la estimulación eléctrica funcional tanto para miembro inferior como superior, el empleo de realidad virtual y sistemas computerizados de reeducación del control del equilibrio y la coordinación”.
Además, las novedosas técnicas de neuroestimulación, como la estimulación magnética transcraneal repetitiva (TMS) y la neuromodulación, como la estimulación directa transcraneal (tDCS), “producen incrementos en la actividad cerebral en áreas homolaterales corticales lesionadas o inhiben las áreas contralaterales corticales que suelen estar hiperactivadas, ofreciendo prometedoras vías para la reorganización cerebral”. Estas técnicas están disponibles, como el resto de soluciones tecnológicas comentadas, en NeuroMadrid.
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