La selección española se ha clasificado para los cuartos de final de la Copa del Mundo después de superar este sábado a Senegal (89-56) en el Barclaycard Arena de Madrid, una faena de aliño con Pau Gasol como máximo anotador (17 puntos) antes de volver a topar con Francia en el cruce de un torneo grande.
Sonaban ritmos africanos por los altavoces durante el calentamiento y la afición española recibía con aplausos a Senegal cuando salían a pista a calentar. Era la cortesía que se ofrece a un condenado a muerte antes de rebanarlo con la guillotina. Como si la última voluntad de un moribundo pudiera ser algo tan modesto como recibir un trato respetuoso.
El partido olía a faena limpia y rápida, a pachanga oficial contra un rival exótico -que ya había sido apalizado en la preparación- antes de volver a ajustar cuentas con Francia. Al mejor jugador de los africanos, Gorgui Dieng, le cayó un tapón de Pau Gasol en su primera intentona y el propio pívot de Chicago Bulls, autor de 13 puntos en el primer cuarto, se encargaba de sentar a Senegal en la silla eléctrica (9-2, min.3).
Pero la víctima se puso a patalear (13-10, min.6) liderada por Faye (12 puntos) y sin necesitar la ayuda de Dieng, seco durante la primera parte. El objetivo previo de Juan Antonio Orenga era evitar a toda costa la relajación, pero sus pupilos filtraban señales de lo contrario: Marc Gasol regalando un rebote en un tiro libre, ceguera desde la línea de triple (1/11 al descanso) o la sorprendente desconexión de Juan Carlos Navarro.
El capitán falló sus cuatro triples lanzados en los dos primeros cuartos e incluso desperdició dos tiros libres seguido, doble fallo que suena a chiste una vez contado. "La pájara puede llegar algún día", había avisado Rudy Fernández después de asistir a un rodillo español durante los cinco partidos de la fase de grupos. Al menos llegaba el día menos preocupante.
Con todo, la descomunal diferencia de talento solo permitía apostar por el marcador de la victoria española porque a nadie se le pasaba por la cabeza la eliminación de la anfitriona. Así que la renta iba aumentando despacio y sin solución, como la lava de un volcán, pese a las fugas de agua en el rebote. España tenía el cruce casi resuelto al descanso (41-28), pero parecía un día gris en la oficina y no las repetidas fiestas de Granada.
CALDERÓN E IBAKA ANIMAN UN PARTIDO RESUELTO
Orenga, que gusta de repetir el quinteto titular en el tercer cuarto, optó por sentar en el banquillo a Navarro y ceder su plaza a Llull, quizá persiguiendo esa poción mágica cuya formula solo conoce el balear y que suele excitar a todo el equipo. Esta vez no hubo contagio ni jugadas espectaculares, pero tampoco hicieron falta para seguir incrementando la renta (53-31, min.25) y solo un encontronazo de Rudy Fernández con Ndoue podía elevar los decibelios en el recinto antes conocido como Palacio de los Deportes.
El alero del Real cometió su cuarta falta con 15 minutos aún por disputar y a Ibaka le pitaban una falta antideportiva por protestar, otros dos datos extraños que sumar al acervo de una noche enrarecida desde el principio. Como el dominio del rebote, que no pertenecía a España por primera vez en el torneo y permitía a Senegal resistirse a la inyección letal (59-43, min.28).
Los árbitros, sumados hasta entonces a la confusión general, por fin empezaron a pitar pasos a los senegaleses, que podían darse auténticos paseos con el balón en las manos, y los triples de un José Manuel Calderón cada día más entonado liquidaron lo poco que quedaba de partido (70-46, min.33). El extremeño fue de los pocos que sacó provecho a los octavos de final, cuyo marcador se desmadró al final con la bajada definitiva de brazos africanos.
Quedó tiempo de juego para Víctor Claver, Álex Abrines y un Felipe Reyes que fue cogiendo ese "ritmillo" que Orenga ansía después de la lesión muscular del capitán del Real Madrid. Dosificación de minutos que, combinada con los tres días de descanso que dispondrá ahora la selección española, le permitirán llegar en plena forma a la enésima eliminatoria contra Francia.
|