El tiempo va situando a cada cual en su sitio. A lo largo de la vida se le va viendo a cada cual el plumero. Es muy difícil ser listillo e hipócrita durante toda la vida y que los demás no se percaten.
Cuando al rebufo del 15M (del año 2011) hubo un conjunto amplio de indignados que se medio organizaron en torno a las siglas “Podemos” y sorpresivamente irrumpieron en aquellas elecciones europeas, muchos – quizá la mayoría – estábamos bastante despistados acerca de qué proponía esta nueva formación.
Confieso que miré por Internet para leer sus estatutos, ideario o lo que fuera. Tengo que reconocer que algunas ideas me fascinaron, pero otras me parecían sospechosamente demagógicas. Estaba bastante perplejo. Me sacó de dudas una entrevista a Felipe González que dijo abiertamente que no eran más que unos vulgares bolivarianos y nos abrió los ojos a muchos acerca de esta gente.
El tiempo le ha dado la razón. El populismo de Podemos ha logrado “merendarse” literalmente a Izquierda Unida y casi hace lo mismo con el PSOE, aunque el PSOE es mucho PSOE, y poco a poco las aguas en la izquierda vuelven a su cauce.
De puertas para adentro, poco a poco, la estructura inicial de soviets, círculos o como le quisieron llamar, se fue a tomar por saco, y como si de la película “Diez negritos” se tratase, Pablo Iglesias ha ido liquidando a quien le hacía sombra: Monedero, Rejón, Bescansa, el Kichi, Teresa Rodriguez, etc. El partido ya tiene una estructura piramidal y nepótica, con la pareja de Pablo Iglesias de ministra, cosa que no se vio ni en los mejores tiempos de Franco.
Poco a poco no les va conociendo ni la madre que los parió. También han cambiado los estatutos, para que los que tengan cargos públicos puedan cobrar más del triple del SMI. Han descubierto que “el bienestar del Estado” empieza por uno mismo: Pablo Iglesias y su mujer, alejados el ambiente insano de Vallecas e instalados en un chalé de lujo, como buenos marqueses de Galapagar, disfrutan de la naturaleza como cualquier burgués de la casta. Y muchas cosas más de esas de “¿Quién te ha visto y quién te ve?”
Pablo Iglesias ya es víctima ahora de los escraches que antes capitaneaba él, como le sucede a cualquier burgués de la casta, ya que él es ya de la casta. Los estudiantes le regalan apelativos tales como “vendeobreros”, y no se equivocan, pues si sus votantes, gracias a él, siguen en la misma situación que antes; él, gracias a sus votantes, no sigue en la misma situación que antes, como es patente.
En el día 19 de marzo, en pleno apuro por el coronavirus, ha salido a la luz la noticia de que Amancio Ortega va a echar una mano muy importante para ayudar a vencer la pandemia. Esta noticia recoge el dato de que Inditex vuelve hoy a retomar la producción en sus empresas chinas; asimismo, el empresario, en plena fiebre de los ERTES, comunica que no va a hacer ni uno solo en sus empresas españolas. Y en cuanto a la ayuda sanitaria, copio unas palabras de entre lo mucho que he leído en los medios de comunicación: “La compañía multinacional de ropa Inditex, propietaria de Zara, va a comenzar a fabricar máscaras, guantes, gafas protectoras, gorros, calzas y protectores faciales de tipo sanitario para proveer de este material. La firma de Amancio Ortega ha indicado que su producción va a modificarse para atender esta nueva demanda, toda vez que ya ha realizado una primera donación de 10.000 mascarillas y espera que llegue un cargamento de 300.000 de estos productos a final de semana desde China, algo que se repetirá cada 7 días”.
Me parece que los datos hablan por si solos. Que yo sepa, no recuerdo que Amancio Ortega hiciera ningún comentario cuando no hace mucho, en una entrevista, con ese aire de cabreo permanente que le caracteriza, el profesorcillo atacaba al empresario por el mero hecho de tener dinero y usarlo con sentido social, dando a entender que no pagaba los impuestos que debería pagar.
Cuando los marqueses de Galapagar se instalaron en su chalé, con mayordomos uniformados de tricornio, para que sus niños tomen el aire puro de la sierra de Madrid, salieron a relucir los detalles de la hipoteca de ese chalé, quién se la había configurado y en qué condiciones. De todas formas, digo yo que tener amigos no es malo, aunque sean iraníes o venezolanos, cuyo único factor común, por cierto, es tener por enemigo a los norteamericanos, fuera de lo cual, creo que no se parecen en nada.
Hay otra cuestión que viene caracterizando al marqués de Galapagar y a su marquesa señora en los últimos tiempos, aunque sea muy “comprensible”: El constante cabreo de ambos ante el cuarto poder, al que todos los políticos, desde los emperadores romanos anteriores a Suetonio, hasta Goebbels, han querido amordazar. ¿Por qué será?
No se si los tiempos han cambiado o ellos han cambiado con los tiempos…
¿Qué hace Amancio Ortega ante esta metamorfosis profunda del líder de Podemos y de su señora en tiempos del coronavirus, él vulnerando irresponsablemente la cuarentena, y ella manifestándose el 8M para demostrar que su feminismo tiene más cojones que el COVID-19?
Pues sencillamente, lo que hace cualquier “asqueroso empresario capitalista”: trabajar y crear riqueza…, y puestos de trabajo, gracias a los cuales viven sus empleados y sus familias, y de rebote, muchos más. Por lo demás, no tengo noticia de que haya hecho declaraciones. A algunos se les va la fuerza por la boca mientras otros prefieren los hechos.
Quizá cuando Amancio Ortega ofreció al Estado unos aparatos sofisticados para ayudar en la lucha contra el cáncer, y Pablo Iglesias (que gracias a Dios, no tenía ni tiene cáncer) lo rechazó de modo grosero, no pensaba que solo unos meses después, él, como vicepresidente del gobierno, mordería el polvo de su propia incompetencia hasta el punto de que Pedro Sánchez lo tiene apartado en la gestión de la crisis, y mientras que el gobierno compartido por ambos es incapaz de afrontar el problema con eficacia, Amancio Ortega y sus amigos chinos (que sí se han dado cuenta de la valía de este hombre), van a echar una mano muy valiosa.
No creo que les quepa por los respectivos culos a Pablo Iglesias y a su señora las 300.000 mascarillas que Amancio Ortega va a proporcionar semanalmente a los españoles – aparte de otros equipos sanitarios - , pero bien merecerían metérselas una a una por ahí o por donde les quepa, si no fuera porque gracias a que todo ese material sanitario, ofrecido por quien tiene dinero – que no es malo – y lo usa con sentido social – que tampoco es malo – va a suponer una ayuda muy valiosa para quienes están sufriendo la pandemia a la vez que sufren las consecuencias económicas de la misma, las cuales, sin duda, no van a llegar a la villa meona de Galapagar.
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