El trasplante renal es el tratamiento de elección en el paciente candidato según criterios clínicos. Mejora la calidad de vida del paciente y reduce el coste del tratamiento integral de la insuficiencia renal tras el primer año de funcionamiento del injerto trasplantado.
En este sentido, el Dr. Josep Mª Grinyó i Boira, jefe de Servicio de Nefrología del Hospital Universitari de Bellvitge de L'Hospitalet de Llobregat, Barcelona, subraya que “el trasplante renal sigue siendo el tratamiento prioritario de la insuficiencia renal terminal, por lo que debe estar presente en todo sistema sanitario maduro”.
En el marco de XLIV Congreso Nacional que la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.) celebra del 4 al 7 de octubre en Barcelona, los expertos reunidos actualizarán los últimos avances en trasplante de donante vivo, trasplante renal infantil, aspectos éticos relacionados con la donación, nueva clasificación de rechazo agudo, monitorización inmunológica y seguimiento del trasplante, complicaciones metabólicas y minimización de la inmunosupresión.
Tipos de trasplante renal
Aproximadamente uno de cada cuatro pacientes con tratamientos renales sustitutivos se somete a un trasplante. En el resto de casos, el trasplante renal está contraindicado por las comorbilidades acumuladas que presentan.
“El candidato a trasplante renal es habitualmente un paciente con un amplio rango de edad, a menudo mayor e incluido en programas de diálisis periódicas”, explica el Dr. Grinyó i Boira.
El 12% de los trasplantes de riñón que se efectúan en España son de donante vivo, si bien los porcentajes varían ampliamente entre las diferentes Unidades de Nefrología. En cuanto al trasplante renal cruzado, la actividad es progresiva y se va afianzando, con porcentajes inferiores al 2% de la actividad global.
“Desgraciadamente, entre el 4 y el 5% de los pacientes trasplantados retornan anualmente a diálisis tras fracaso del injerto, siendo, por tanto, nuevos candidatos a trasplantes iterativos”, señala. Según explica este experto, el rechazo del injerto acontece en casos de vigorosa respuesta inmune, sobre todo, de tipo humoral, y su riesgo aumenta si no hay un buen cumplimiento de la pauta de inmunosupresión a largo plazo, también llamada de mantenimiento.
Investigación en el campo del trasplante renal
Tal y como indica el Dr. Grinyó i Boira, el reto más importante en el trasplante renal es mejorar la pérdida crónica del injerto.
Durante el Congreso se revisará una nueva clasificación del rechazo, basada en los mecanismos patogénicos del mismo que, a su vez, conlleva un tratamiento altamente específico del que cabe esperar una mejor respuesta terapéutica.
Precisamente, la investigación en este campo se dirige a una mejor comprensión de los mecanismos de respuesta humoral y celular que puede asesorarse mediante la monitorización inmunológica del trasplante que debe de conducir a pautas de inmunosupresión personalizadas.
Nuevas técnicas en inmunosupresión para los trasplantes renales
En cuanto a las nuevas pautas de inmunosupresión se basan, mayoritariamente, en el uso de simulect, tacrolimus, micofenolato y esteroides en las primeras semanas después del trasplante (pauta de inducción), para luego dar paso a la administración crónica de tacrolimus y micofenolato, con o sin esteroides (según el riesgo inmunológico del paciente), que constituye la llamada inmunosupresión de mantenimiento. Existen otras pautas alternativas para pacientes determinados con una baja penetración. En los enfermos de alto riesgo inmunológico, se suele administrar inducción con anticuerpos monoclonales y, en los altamente sensibilizados utilizar pautas basadas en la adicción de inmunoglobulina policlonal e incluso plasmaféresis.
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