Oímos continuamente en todos los medios de comunicación que los trabajadores, entiéndase como tales a quienes, a costa de su salud y su propia vida, cuidan de nosotros, especialmente de los enfermos por esta siniestra calamidad que se cierne sobre la Humanidad, son unos héroes.
La palabra héroe proviene del latín heros, -ōis, y esta del griego ἥρως hḗrōs que en español significa héroe con su correspondiente en femenino, heroína.
En las mitologías griega, latina, nórdica y tantas otras más eran unos semidioses engendrados por dioses y humanos, o por humanos y diosas.
Todos ellos realizaban hazañas sobrehumanas que no referiremos porque no es el momento.
Nuestro DIRAE dice que se trata de una persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble. Según esta definición podemos entender que la acción que lleva a cabo es puntual y sin solución de continuidad.
No les niego a quienes se sacrifican por todos aquejados por esta calamidad, su cualidad de héroes, pero considero que, posiblemente les cuadre mejor la palabra profesionales, pues, según el referido diccionario, son personas que ejercen su profesión con capacidad y aplicación relevante y profesión es el empleo, facultad u oficio que ejerce una persona, por el que percibe una retribución.
La remuneración que reciben es irrisoria, en muchos casos, el salario mínimo, y en otros, menos que el sueldo de otro trabajador cualquiera.
Su sacrificio y abnegación continuos, en algunos casos hasta la extenuación o fallecimiento, son sobrehumanos, máxime cuando, en muchos casos, carecen de los medios más elementales para ello.
Los hemos visto fabricarse batas protectoras con bolsas de basura, ¿cabe mayor descuido y despreocupación hacia ellos?
La cifra de fallecidos en España cuya población es, poco más o menos cuarenta y siete millones de habitantes, supera a la de China que en 2017 tenía mil millones trescientos ochenta y seis mil habitantes. Hoy tendrá muchos más.
¿Por qué hemos llegado, siendo un país insignificante en cuanto al número de habitantes, a superar al coloso chino? ¿Ineficiencia, dejadez, incompetencia de nuestros gobernantes?, que cada cual piense lo que mejor le parezca.
Lo cierto es que estos profesionales están demostrando un inigualable amor a su oficio y una dedicación, fuera de toda obligación, a los “apestados”. Están dando todo lo mejor de ellos, también hasta su vida.
Héroes, sí, profesionales, también, pues viven su quehacer diario como una vocación al servicio de los demás, al igual que los consagrados al servicio de Dios, ellos se han dedicado a cuidar de los más necesitados en estos momentos, los enfermos de la pandemia.
Ambas denominaciones se les pueden aplicar con todo derecho y enorgullecimiento.
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