Hermanos: en capítulos anteriores hemos visto que, debido a la pandemia, nos va a tocar vivir más separados. Que, para ello, las calles van a tener que ser peatonalizadas para permitir que no vayamos apelotonados por las estrechas aceras que nos han dejado los coches y los aparcamientos. Que los pueblos que están perdiendo población a la carrera y convirtiendo la España vaciada en la España abandonada van a tener que ser dotadas de servicios modernos como la banda ancha de internet. A ser posible más ancha que en las ciudades para que sirva de polo de atracción para población y empresas.
Pues bien, tendremos que pensar en otra derivada: los niños y niñas del Baby Boom de los 60 se van a empezar a jubilar en unos cinco añitos. Y, con ello, puede ocurrir un efecto que no tenemos controlado. O estos jubilados se quedan en las grandes ciudades, con las dificultades que ello supondrá, o se van a vivir una vida más abierta y cómoda a los pueblos que abandonaron sus padres a finales del siglo pasado.
Si la gente mayor opta por esta opción, se genera una gran oportunidad para la España vaciada, tanto si somos capaces de reconstruir nuestros pueblos como de modernizarlos y preparar su llegada.
Además, en década y media, los jóvenes jubilados de hoy se convertirán en gente mayor necesitada de asistencia médica y de todo tipo, convirtiendo estos pueblos en unas nuevas residencias para gente mayor de primer orden, donde cada uno de ellos Tendrán servicios médicos, educativos y de recreo en una cosa que antes se llamaban “pueblos”. Por nuestro bien empecemos a invertir en estas futuras residencias.
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