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Etiquetas | Irene Montero | Política | Podemos

Montero, pillada de lleno

​Salud que no falte camaradas, que el enemigo, los enemigos acechan…
Tomás Salinas
martes, 2 de junio de 2020, 08:37 h (CET)

Con el carrito del helado. Y con la ruleta del barquillero. Y con el carro de las chuches que cierra los desfiles. Y con la nevera de playa con cerveza, Coca Cola, Fanta muy frías. Y con el puesto artesano de castañas. Y con el tenderete del que vende palos de regaliz. Y con la lotería de Navidad con “multa” cogida con pinzas al pecho. Y con la mesa del trilero. Y con la manta del mantero. Y con el chiringo de marcas de marca “Niki”, “Paridas”, “Lacosta”. Y con la ginebra de relleno. Y con muy poca vergüenza. Y con muy poca vergüenza. Y con muy poca vergüenza…

Con todo esto la han pillado a la Ministra de Igual da, que da lo mismo. De lleno. Irene Montero reconoció el pasado 9 de marzo que la bajada sustancial de participantes en la manifestación del 8-M este año se debió «al coronavirus», dado el «sentimiento generalizado de pánico que ya hay». Además, no se cortó en decir que no lo iba a reconocer en público. Está grabado, no es bulo. Es lo que hay. Destilando jeta.

Literal. ¿A qué crees que se debe la bajada de cifras? Pues tía, creo que al coronavirus [...] No lo voy a decir pues porque no lo voy a decir. Material bruto, pero que muy bruto, de la entrevista que la ETB distribuyó al resto de cadenas de la Forta. La ministra de Igual da apunta al riesgo de contagio por coronovirus como una realidad en nuestro país el 8-M, día en el que el Gobierno llamó a la movilización masiva, permitió un mitin multitudinario de Vox o eventos deportivos de todo tipo en todo el territorio nacional. También reconoce que a esas alturas del mes de marzo la capacidad de controlar los contagios es «limitada», a pesar de las medidas drásticas de otros países europeos. 120.000 los participantes no eran un problema. 27 irresponsables en la fiesta de un belga impresentable sí que lo son ahora. Como poco, temerario…

Pero eso sí. Cuando la Guardia Civil constata en un informe que la delegación del Gobierno en Madrid «tenía conciencia del peligro que suponía la celebración de reuniones y manifestaciones en fechas previas a la declaración del Estado de Alarma» y aun así, las autorizó, se está insubordinando. Un golpe de Estado, en palabras del vicepresidente consorte de una ministra torpe. Es fácil cortarle el cuello a un coronel, sale barato por lo que se ve…

No se puede ser ventajista, ni especular con el qué habría ocurrido si gobernasen otros. Barricadas, contenedores ardiendo, pedradas contra las fuerzas de seguridad, algaradas callejeras son sólo suposiciones. Sólo eso Pero claro, ahora no es el momento, hay que remar en la misma dirección. Totalmente de acuerdo. Lo que me chirría, y mucho, es que ellos, la nueva casta, navegan en un yate con helipuerto y nosotros en pateras. Ellos sí que siguen el mismo rumbo. Nosotros estamos abandonados a la corriente. Pero que no cunda el pánico, que igual viene el Kraken y soluciona el asunto. Todos al carajo…

Por cierto, un apunte sin importancia. La OMS advirtió del peligro que venía de Wuhan el 31 de diciembre de 2019. Aquí estábamos con las uvas y algunos continuaron con la fiesta hasta que ya cantaba en demasía. Para el Gobierno la pandemia empezó el 9 de marzo. Para Irene, no sabe no contesta, no lo va a decir, mejor ni preguntarle.

Salud que no falte camaradas, que el enemigo, los enemigos acechan…

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Es propio de estas fechas hacer balance del año. Pero, entreviendo conclusiones poco gratas, opto por emprender una cavilación breve y escrita sobre la noción, más genérica, de cambio o transformación, ese “leitmotiv” recurrente del progresismo contemporáneo cuando medimos cualquier mutación en términos de avance social.

Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.

Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.

 
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