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​Marlaska mintió y prevaricó, malogrando la confianza de los españoles

“Todos los partidos políticos mueren al final tragándose sus propias mentiras” John Arbuthnot
Miguel Massanet
jueves, 4 de junio de 2020, 08:14 h (CET)

Ya estamos acostumbrados a que un político falte a la verdad, mienta, engañe y tergiverse como parte de su oficio y, sin embargo, esto no quiere decir que lo tengamos que admitir como algo irremediable y que debamos aceptarlo forzosamente como algo insalvable, sin protestar, como si fuera preciso aceptar pasar por la humillación, solamente porque venga del poder y muy especialmente cuando los efectos del engaño puedan perjudicar gravemente en su profesión, dignidad y futuro a personas honorables, que han desempeñado con efectividad, importantes servicios a la patria y que gozan del máximo respeto de sus compañeros de trabajo y de todos los españoles decentes que saben de la brillante trayectoria profesional de esta víctima de los procedimientos inquisitoriales de nuestros gobernantes, en este caso del coronel de la benemérita, señor Pérez de los Cobos.

La noticia de su cese, el pasado 25 de mayo, en el puesto de máximo responsable de la guardia Civil en Madrid, por decisión del ministro de Interior, señor Marlaska, fue una sorpresa para todos aquellos que nunca pudieron pensar, que una persona con la brillante hoja de servicios como la que tenía el coronel Pérez de los Cobos, pudiera ser cesado de la noche a la mañana alegando “pérdida de confianza” del señor ministro en él. Marlaska argumentó, cuando la prensa se interesó por las causas de aquella insospechada decisión, que se trataba de una reorganización que entraba de lleno dentro de sus facultades para organizar su departamento con las personas de su confianza.

No obstante, como suele suceder cuando algo tan improbable, tan absurdo y tan sospechoso sucede, ni la prensa ni los partidos de la oposición se conformaron con el relato del ministro del Interior que, como ya es corriente en este Gobierno que no acepta una crítica, no admite una corrección y que, por supuesto, es incapaz de rectificar por considerar que admitir un error ante los partidos de la oposición sería como claudicar y perder autoridad; todo el ejecutivo se apresuró, al unísono, a salir a la palestra en apoyo del señor Marlaska, algo semejante, aunque no en cuanto a nobleza, a lo que sucedió en aquella famosa obra de Lope de Vega, allá en el Sigo de Oro, Fuente Obejuna, en la que a la pregunta de los torturadores pesquisidores: ¿Quién mató al Comendador” , el pueblo entero, como una solavoz, responde: “Todos a una, señor”, sosteniendo que era legal la decisión del ministro por estar comprendida dentro de las atribuciones de los ministros de organizar sus gabinetes con personas de su absoluta confianza.

Y, hete aquí, que antes se pilla a un cojo que a un mentiroso y, cuando el señor Sánchez y sus ministros ya daban por zanjado tan incómodo episodio, de pronto un periódico, El Confidencial desvela que existe un escrito de la directora de la Guardia Civil, señora María Gámez, en el que se proponía al Secretario de Estado de Seguridad, el cese por “pérdida de confianza” ( en realidad por negarse a cometer un delito de “revelación de secretos”) del Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, de Madrid, el coronel Pérez de los Cobos. Este documento fue firmado antes de que Gámez le informara a Cobos de su cese y deja al descubierto los verdaderos motivos por los que se cesó al coronel. Y ahora tenemos a tres personajes, el señor Frenando Grande Marlasca, el señor Rafael Pérez (otro juez), y a la señora Gámez con las posaderas al descubierto por haber cometido, presuntamente, delitos de revelación de secretos y prevaricación.

Y lo que es peor, ante una evidencia de que Marlaska mintió cuando, en el debate en el Senado afirmó: “ni yo, ni nadie en el Ministerio del Interior ni en la Guardia Civil ha solicitado al coronel Pérez de los Cobos el informe sobre el 8-M, ni se ha interesado por su contenido”, el Gobierno en pleno, a través de su portavoz la señora Mª. A. Montero, ha tenido la desvergüenza, la cara dura y la demostración de que no se detienen ante nada, ni la misma prueba escrita de la maquinación que se perpetró para intentar justificar lo injustificable. Ahora es el momento de preguntarse: “¿En cuántas otras materias, aparte de los datos falsos sobre los contagiados y los fallecidos por la pandemia del Covid19, estos señores que actúan de una forma tan irresponsable, nos han engañado, manipulado, utilizando la mentira para sus fines políticos, traicionado y alterado la realidad, para intentar vendernos que la oposición era la desleal, la que mentía, la que se negaba a colaborar y, en definitiva, la “verdadera culpable de que el coronavirus hubiera infectado España” y no la falta de diligencia, el intento de aparentar que el virus no nos afectaría y el error garrafal de ceder ante las presiones feministas para que, la magna concentración feminista del 8 de marzo pasado, se pudiera celebrar con las nefastas consecuencias que tuvo para toda España y los españoles, que fueron los que pagaron con su salud el contagio y con la muerte de más de 40.000 personas. que es el número que barajan todos los estudios serios sobre la consecuencias letales de la pandemia.

Una muestra de la importancia de la noticia que afecta al juez Marlasca y a otros de los implicados en el mismo affaire y de la repercusión que esta información ha tenido en todos los ámbitos oficiales y mentideros políticos, la tenemos en que la Asociación Judicial Francisco de Vitoria (AJFV), la segunda en número de asociados de toda España, ha pedido este martes que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dimita o sea cesado por haber "perdido toda legitimidad para cualquier cargo ejecutivo", según consta en una nota de prensa difundida a los medios de comunicación. Son palabras mayores y, con toda seguridad, va a dejar tocado al gobierno, al menos en aquellos sectores de la sociedad que no se dejan seducir por esta propaganda populachera, de bajo contenido intelectual y sólo apta para ignorantes, con la que el señor Iglesias y sus compinches pretenden demostrar que, sin ellos en el poder, España no funcionaría. No obstante, todo nos está haciendo ver que si ellos se perpetúan, como parece ser su intención, en el poder, lo más probable será que, en menos de un año, podamos constatar los efectos verdaderamente catastróficos de su intención de reunir en sus manos los tres poderes del Estado, algo que, evidentemente, nos va a conducir a la clásica estatalización, made in la URSS, de los medios de producción si es que, por entonces, todavía queda alguno importante que permanezca en España.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos maravilla que todavía queden tantos españoles que siguen confiando en estos señores, pese a las muestras que nos están dando, continuamente, de su incapacidad, sus constantes errores, su desprecio por la oposición y la baja calidad, rayana en incapacidad absoluta, para poder manejar con pericia los asuntos de Estado, ineptos como son para respetar el Estado de Derecho y el reconocimiento de los derechos de los ciudadanos, todavía vigentes en este país gracias a la Constitución, una institución que están intentando, por todos los medios, vaciarla de contenido gracias a la puesta en práctica de la doctrina de los hechos consumados, mediante los cuales cada vez adquieren más poder, a la vez que van limitando, más y más, los derechos individuales de las personas. Y, para concluir, ante la evidencia de que estamos en unos momentos de gran preocupación por nuestro destino y el de la nación española, voy a añadir un proverbio chino: “Si un problema tiene solución, no hace falta preocuparse. Si no tiene solución, preocuparse no sirve de nada”. Así las cosas ¿por qué molestarse en amargarnos la existencia?

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