Sin ponernos rigurosos con las definiciones, brota pronto la polémica. Alguien negará su existencia, no por convencimiento, no es necesario; cuando algo nos resulta misterioso, lo negamos, no hablamos de ello y sanseacabó. Aunque empezaremos a sintonizar experiencias cuando abramos el muestrario de los relatos o de las vivencias relacionados con ellos; el índice de ese conjunto los registra con las CARACTERÍSTICAS más insólitas. De los resentidos o los sufridores y bonachones, de los molestos por naturaleza, a los portadores de algún rasgo malicioso.
Después de hojear el muestrario, la pretendida rareza queda un tanto diluida, con la consiguiente inquietud.
Estamos acostumbrados a considerar lo normal en cada ocasión, por propia deducción rutinaria o impulsados por recomendaciones ajenas; como suele decirse hacemos lo correcto o lo incorrecto. Al menor análisis de las deducciones no encontramos demasiadas reflexiones para haber llegado a las explicaciones con poder de convicción. Leo con frecuencia escritos de Joseph Brodsky y me convence su idea, ninguna forma ortodoxa, sobre todo si es reciente, puede mirar con honestidad hacia el pasado. A primera vista no son detectables esas faltas sobre las cuales aupamos a la normalidad actual. Los agentes de esas incorrecciones pretenden pasar como entes INCORPÓREOS; y es triste, pero dan el pego con éxito.
De la ficción a la realidad hay tan poco trecho, como viceversa. Dilucidar el encuentro entre ambas exige una finura especial. Por eso son frecuentes los errores de apreciación, trajinando por terrenos equivocados. Suelen mencionarse las OBRAS de un gran artista, de un profesional, de una persona corriente; como una entidad objetiva, útil para su valoración posterior. Su parte de verdad nadie la discute, aunque tendemos a descuidar las fuerzas ocultas activas en esa entidad. Se trata de energías subyacentes provenientes del más allá o del más acá; actúan de una manera subrepticia con efectos dispares. Un análisis esmerado nos ayudaría en su comprensión, evitando errores.
El asunto de las energías subyacentes es apasionante; por el descubrimiento implícito en su conocimiento, por sus relaciones con las energías similares aportadas por cualquier observador, por su derivación pedagógica al ponernos de relieve las limitaciones para detectarlas. Como pasaba con las obras, al acercarnos a cada PERSONA, están presentes esas fuerzas, adoptan rangos peculiares al son de los matices de cada sujeto. Aún de manera impremeditada, se mezclan con las otras potencias de las personas, las que de por sí son detectables. Lo queramos o no protagonistas u observadores, surgen y desaparecen a su ritmo, bajo condiciones latentes, provocando efectos a corto y largo plazo.
Estas enrgías fantasmagóricas subyacen, pero se manifiestan en contadas ocasiones, no precisamente ante los mismos motivos ni las mismas fuerzas. Las percibimos como rasgos de la personalidad; no solemos detectar esa potencia de fondo que aportan. En las penalidades o contratiempos rebullen como restos almacenados reclamando su memoria contestataria. En la aspereza de las relaciones cotidianas, nos activan cualidades situadas en la reserva hasta ese momento. Sien embargo, cuando se aprecian con su mayor auge es en los momentos de mayor compromiso, cuando necesitamos lanzarnos de lleno. PONEMOS el ALMA en esa respuesta sin reservas, dándonos por entero.
La realidad emergente sobrepasa la mera suma de las causas conocidas, se creo una entidad nueva. Ese añadido irá en aumento en la medida del incremento de los factores intervinientes. Con frecuencia damos por sabido algo en verdad ignorado, máxime si esto está relacionado con las presencias incorpóreas entrelazadas con la mentalidad propia. Las confluencias escapan de los poderes del raciocinio, con patrones de acción insospechados. Convergencias y divergencias nos colocan al lado de un llamativo INTERRUPTOR, cuyo funcionamiento apenas intuimos, pero en la mayoría de las ocasiones no funciona según nuestras apreciaciones; las capacidades disponibles son aparentes, no pasan de aproximaciones.
Las huellas sólo son indicadores, fueron y mantienen una relación a determinar con el presente. El embrujo de las vidas anteriores adopta formas materiales de difícil adscripción; si energías, ondas, magnetismos o transmisores cerebrales; sus REMINISCENCIAS son efectivas en ciertas eventualidades. Entre estas presencias mágicas, desconocemos el orígen de muchas de ellas; pero sus señales son identificativas en otras, como en el caso de los predecesores, familiares o en otros sectores, u otras referencias concretas. Con esa identificación se nos abre la posibilidad para una ampliación de sus influencias, sobre todo las de aportaciones gratificantes, auténticos apoyos existenciales.
Vienen a representar nuevas enseñanzas continuadas por los muchos aspectos involucrados; recalcan ese ensamblaje radical constitutivo de la realidad humana, formamos parte de esa confluencia general, no somos entes aislados. Con un matiz relevante con respecto a estos queridos fantasmas acompañantes, ya no es posible volver atrás, la visión retrospectiva apenas identifica algunas relaciones, pero no nos permite la corrección de actuaciones pasadas. Las RECRIMINACIONES quedan fuera de lugar. Son acompañantes de cara al futuro, es la única proyección asequible entre lamentos y dudas; con el riesgo evidente de la toma de decisiones entre la incertidumbre.
En el recorrido se habrán acumulado presunciones de calibre inusitado, en clara competición con frustraciones humillantes; en esa oscilación entre las esperanzas soñadas y las claudicaciones inevitables. Aún los mayores imperios se apagaron en frondosos silencios. Los orgullos fueron reducidos a rasgos innominados. Los fantasmas mágicos permanecen reivindicativos de las MENUDENCIAS. De los entornos domiciliarios, de los recorridos campestres a la luz del sol, a favor del sosiego de las criaturas acompañantes, abriendo las puertas para mantener visibles los horizontes; aún conocedores del final que a todos nos une en quién sabe qué empeños.
La presencia de los mencionados entes enérgicos huye de cualquier melancolía tierna, por la imprecisión de las señales detectadas respecto a su origen y por su repudio a los maenjos posteriores. Como apunté, ya ni siquiera del presente se trata; la única espita abierta anuncia los proyectos. La trémula verdad del ACOMPAÑAMIENTO refulge por encima de las vicisitudes de un momento concreto.
Las luces y sombras son inesquivables. Si uno se fija en estas cosas, verá que le repercuten en lo inmediato, modelando el futuro recortado por la vida limitada. El deambular rastrero o el vuelo ambicioso, ya dependerá de la elección personal. Ahí se comprobará si transformamos el temblor pusilánime en VIBRACIONES entusiastas, sin desdeñar la colaboraciones, forjando el resumen existencial.
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