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Son días de valorar más el esfuerzo ajeno

Son días de aquilatar el esfuerzo ajeno, y con ello, de paso, el propio
Abel Pérez Rojas
lunes, 3 de agosto de 2020, 09:21 h (CET)

Gran parte de la actividad humana conlleva más esfuerzo debido a los inconvenientes y la adversidad que ha ocasionado la contingencia sanitaria provocada por el Covid-19, por ello, es ocasión oportuna para sensibilizarnos en torno al trabajo ajeno que nos provee de lo necesario.

Sentarse a la mesa, estirar la mano y alimentarse, secuencia sencilla y habitual que invisibiliza las largas jornadas de trabajo que llevan consigo los alimentos que sacian nuestro apetito.

Si volteamos de manera consciente a nuestro alrededor, nos vamos a dar cuenta que estamos cercados por brío adicional.

Dotarnos en tiempos de pandemia de energía eléctrica, señal telefónica e internet, alimentos, además de un largo etcétera, está impregnado de millones de historias anónimas que tal vez no pasen a los libros de historia, pero ¿se imagina cuántos enfermaron de Covid-19 y perdieron la vida cumpliendo con su labor?

Quizá el caso más emblemático y visible sean los trabajadores de salud, que en casi todos los países han recibido trato de héroes, pero hay muchísimos más que sin pena ni gloria se han jugado la vida con aquello que normalmente sería su cotidianidad.

Por ejemplo, las personas responsables de la recolección diaria de la basura que generamos todos los días.

Y ni qué decir de los trabajadores de servicios de repartición a domicilio, quienes vieron incrementada su actividad hasta niveles inimaginables.

Todo a nuestro alrededor lleva trabajo extra, en muchos casos menormente remunerado, pero más difícil para ser concretado.

Observemos que el empobrecimiento económico que estamos viviendo colectivamente se traduce a ras de piso en la fórmula que acabo de compartirte: todo cuesta más trabajo, pero es menos remunerado porque cada vez es más difícil tener dinero, y éste, se está escapando de las manos de la mayoría.

En fin, ese será, tal vez, tema de otro artículo, por ahora volvamos a la idea central: si en la “antigua normalidad”

deberíamos de haber estado agradecidos con el otro por su trabajo, ahora debemos estarlo más, porque hay esfuerzo y riesgo adicional.

Hay una sobrecarga de trabajo en millones de espaldas para que las cosas sigan funcionando, pero tristemente, no tomamos consciencia de ello.

A propósito, hace casi un año exactamente, escribí un poema sin saber que trescientos cuarenta días después estaría reflexionando en torno al valor del esfuerzo ajeno, debido al tiempo aciago generado por un bicho venido de China y que ha puesto al mundo al revés.

Aquel poema lo titulé: Punto en perpendiculares, poema a los técnicos telefonistas; el cual es un homenaje a las mujeres y hombres que hacen posible la interacción a distancia.

Aquí te lo comparto tratando de reforzar sobre lo que he venido reflexionando:

Eres trapecista a la fuerza,/ araña humana,/ prodigio del justo medio,/ equilibrista sin más./ Eres un punto en perpendiculares,/ el miedo atrás de la raya,/ experiencia aderezada/ con boleros, rock, pop o banda./ Eres la plegaria de una madre,/ el "pior es nada" de tu amada,/ el Rey Mago de tus polluelos,/ el compadre,/ mejor dicho,/ el "brother" de parranda./ Eres ayuno obligado,/ refresco de cola y café/ para aguantar la desvelada,/ eres héroe sin capa ni antifaz,/ eres bombero sin agua/ y cirujano sin bisturí./ Eres de bronce/ y no eres estatua,/ eres tal vez lo que no soñaste ser,/ pero eres al fin y al cabo/ pieza importante sin reflectores./ Eres quien está detrás de mi voz,/ de mi imagen,/ el mensajero tras bambalinas./ Eres como yo,/ como aquel,/ como todos;/ eres temerario,/ eres fibra óptica,/ guantes de carnaza,/ alicates, casco y botas,/ eres el humilde técnico telefonista,/ el poco reconocido,/ pero socorro de muchos
eres quien hace posible esta interacción./ Gracias por tu trabajo./ Gracias por tu dedicación.

Como puedes ver, son días de aprender la lección de esta parte de la otredad, ya que, sin ella, la situación sería más más difícil.

Son días de aquilatar el esfuerzo ajeno, y con ello, de paso, el propio.

Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo.

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