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​¿Ley de Memoria Democrática o manipulación fraudulenta de la Historia?

“Siempre nos van a manipular, sólo tenemos que saber cómo reaccionar” Noam Chomsky
Miguel Massanet
jueves, 17 de septiembre de 2020, 08:48 h (CET)

Forma parte de cualquier intento de implantar el totalitarismo, por quienes fijan su proyecto político en dominar a quienes tienen la debilidad, la flaqueza, la impotencia o la falta de criterio que los hace incapaces para oponerse o calibrar las consecuencias de dejarse arrastrar por ideas trasnochadas pero evidentemente agradables, ilusionantes, convincentes y, por encima de todo, que comportan, para el que las escucha, la esperanza de que colaborando con quienes los convencen con cantos de sirena políticos, van a conseguir, sin esfuerzo y sólo por medio de subvenciones, socorros económicos, subsidios, exenciones o cualquier otro tipo de gratificaciones a cuenta del Estado, que promete que va a conseguirlas mediante el cómodo procedimientos de gravar a los ricos, a las grandes empresas, a los lobbies, a los profesionales y a todos aquellos a los que las izquierdas ( mientras no les afecte a ellos o a sus compinches) les atribuyen ser los causantes de que en el mundo haya pobreza, miseria, opresión o falta de trabajo, desigualdades y todas aquellas lacras que los desheredados de la fortuna se ven obligados a soportar.

Esta forma de contemplar el panorama social no es más que una de las tretas que, el comunismo leninista marxista, ha tenido que inventar para intentar acabar con el sistema capitalista, el que fomenta el esfuerzo, la iniciativa, el trabajo, la libertad de enfocar el futuro de cada uno, el aliciente de mejorar la calidad de vida y el convencimiento de que, al Estado, no le corresponde otra misión, y así lo entienden quienes practican la verdadera democracia, que hacerse cargo de aquellos temas que quedan fuera del alcance de los ciudadanos como individuos y es necesario que deleguen en los gobernantes para que se hagan cargo de cubrir necesidades colectivas de tipo sanitario, defensa, pensiones, orden público, enseñanza, cultura y, en resumen, todas aquellas actividades que por su complejidad, coste, importancia social e interés colectivo, es necesario y prudente que sean ejecutores, designados por la comunidad, para hacerse cargo de que tales temas puedan ser dirigidos y administrados convenientemente, por personas capacitadas para ello, en beneficio de la ciudadanía del país.

España, para su desgracia, ha entrado en una fase en la que, los trapicheos de los políticos que nos gobiernan, ante una pasmosa e inquietante pasividad de muchos españoles, que nunca hubiéramos podido pensar que transigirían, si rebelarse, con ello; la están conduciendo a un estado de atontamiento colectivo capaz de dejar que, quienes controlan la actividad política y mediática de la nación desde posiciones de izquierdas, vayan implantando, cada vez con más descaro y temeridad, una serie de imposiciones, limitaciones, restricciones de libertades de todo orden, leyes de claro tinte opresor y arbitrariedades gubernamentales, capaces de irnos limitando nuestros derechos constitucionales y nuestras libertades democráticas, estableciendo o pretendiendo hacerlo, medios, sistemas, censuras e imposiciones que, cada vez más, tienden a irnos coartando en nuestra libertad de expresión, nuestra facultad de crítica a los poderes públicos, nuestro amparo para exponer libremente nuestras ideas, cualesquiera que sean, aun cuando no sean de agrado de quienes están al frente de nuestras instituciones; hasta el punto de convertir a quienes pudieran tener ideas de derechas o franquistas, en proscritos, ilegales, prohibidos y rechazados por toda la sociedad, mientras existe la flagrante contradicción de que, aquellos que son los verdaderos continuadores de las políticas de la banda terrorista ETA, Bildu, pueden campar libres por las instituciones españoles, tengan facultades de manifestarse en defensa de los etarras sin que la policía haga nada para evitarlo, poniendo en duda la legalidad de la nación española, atentando contra quienes no opinan como ellos y, en algunos casos, como es el catalán, los que se consideran “oprimidos”, sean precisamente aquellos que no han dudado en poner en duda y desobedecer las leyes constitucionales españolas y tener el atrevimiento de rebelarse contra la unidad de la nación española; con el añadido de que, el actual Gobierno de la nación, no tiene inconveniente alguno en apoyarlos contra quienes legítimamente los atacan y, para mayor INRI, no tienen inconveniente en humillarse acudiendo a negociar con los independentistas, que fueron condenados por intento de secesión y malversación de caudales públicos, con las garantías y privilegios que pudieran tener unos negociadores de dos estados independientes distintos.

Y ahora, de manos de esta vicepresidenta, señora Calvo, que lleva impreso en el rictus de su cara, siempre contraída en una mueca de resentimiento perpetuo, el revanchismo que lleva en sus genes en contra de las derechas, nos tenemos que tragar que, en nombre de no se sabe que reivindicación de aquellos que sucumbieron en manos del general Franco, se está pretendiendo reforzar con una nueva Ley, este bodrio legal conocido como Ley de la Memoria Histórica, para sustituirlo con una nueva Ley, la de Memoria Democrática que, ni tiene memoria alguna ni, mucho menos, se puede entender como algo democrático, porque lo único que contiene son sandeces, mentiras, ocultación de los hechos verdaderos para substituirlos por lo que, al Gobierno actual le interese que conste para, cuando lo enseñen en las escuelas, lo que va a ser obligatorio, nuestros descendiente se hagan una idea equivocada, inexacta y, por supuesto, amañada por quienes la hayan redactado, sin que les haya importado un bledo la verdad de lo que realmente sucedió en aquella guerra.

¿Qué se les puede pedir a unos señores que aún no habían nacido, ni han tenido una información fidedigna de cuando se produjeron aquellos hechos que, ahora, los comunistas pretenden borrar de los libros de historia para contar sus heroicidades y omitir a los miles de inocentes sacerdotes, cristianos, republicanos, personas y profesionales que no comulgaban con el régimen republicano, víctimas de denuncias de porteros descontentos, de las milicias de la CNT y la FAI que recorrían por las noches las calles de Barcelona para robar, asesinar y torturar, en las Checas soviéticas, a cuantos infelices conseguían atrapar antes de que, para salvar sus vidas, tuviesen la oportunidad de huir de sus viviendas en busca de un lugar en el que ocultarse de las iras de las hordas asesinas, armadas por el señor Company, con los fusiles y pistolas del cuartel de San Andrés. A otros puede que estos insensatos destructores de la historia vayan a poder engañar, pero no podrán hacerlo con un superviviente de aquellos años que todavía tiene muy claros los acontecimientos que tuvieron lugar en aquellos tiempos, especialmente de la guerra civil, por ser un niño cuando aquellos cruentos hechos tuvieron lugar.

La ministra, señora Calvo, ha tenido ocasión de demostrar el espíritu más repelente y revanchista de lo que ha sido un intento de remover las cenizas de la Guerra Civil para conseguir, una vez más, contrarrestar los avances electorales del PP del señor Casado, embarrando, una vez más, con sus denuncias ante los juzgados y sus reiterados referentes al franquismo que hace años ha desaparecido, pero que les continúa siendo útil a comunistas y socialistas cuando se trata de resucitar viejos odios, rencores y enfrentamientos entre derechas e izquierdas, para mantener la antorcha de los enfrentamientos que es lo que les conviene a unos gobernantes acosados por la pandemia del coronavirus, por su desastrosa gestión de la crisis sanitaria y por su no menos forma de intentar enfrentarse a la crisis que amenaza caer en breve sobre nuestra patria, pretendiendo engañar una vez más al pueblo contándole historia falsas de lo que sucedió hace ochenta años, callándose los crímenes cometidos por los socialistas y ácratas de la segunda república desde el 14 de Abril de 1931 hasta el final de la guerra Civil en la que vencidos tuvieron que rendirse y huir a Francia algo de lo que, al parecer, no queda constancia alguna en este nuevo panfleto de las izquierdas, en su nuevo intento de borrar una parte de la Historia de España que les resulta particularmente incómoda para quienes, teniendo en sus manos la mayor parte del Ejército y prácticamente todo el armamento de la República, no supieron derrotar a un puñado de legionarios que saltaron el estrecho de Gibraltar, mientras toda la armada roja veía impotente como se les escapaban ante sus narices. ¡Cuenten todo esto, cuéntenlo, y también si tienen algo de vergüenza lo que sucedía en las checas de Barcelona y Madrid, además de las de Valencia, donde miles de personas fueron salvajemente torturadas y asesinadas en manos de verdaderos criminales llenos de sadismo y crueldad, entre los cuales ahora, seguramente ,los habrá que con la decisión de la señora ministra Calvo, de declarar nulas aquellas sentencias franquistas de la posguerra, se los va a considerar como “inocentes víctimas” de la represión franquista. ¡Mandan huevos!, como decía el señor Trillo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos enfrentamos a lo que la señora Calvo en el cenit de su protagonismo político, ha definido como un proyecto “cuajado de decisiones tajantes”. Algunos creíamos que se trataba de una revisión histórica y no de tomar decisiones, algo que no hay que hacer cuando no se pide que las tomen, sino que relaten los hechos tal y como sucedieron y, nada más; pero lo más chocante es que, esta dama, inconsciente de lo que estaba diciendo, ha añadido algo así como que “Esta es una ley para encontrarnos todos… La democracia española no se podía permitir ni un solo día más sin una ley como esta” En efecto ¡cómo podríamos los españoles seguir viviendo, luchar contra el coronavirus, soportar la muerte de 53.000 personas por el Covid 19, alcanzar el medio millón de contagios, prepararnos para enfrentarnos a una de las peores crisis económica y social que vamos a tener que soportar y poder seguir viviendo tranquilos sin que esta ley, tan importante, tan necesaria y tan imprescindible para la señora Calvo, no viniera a aliviar nuestros pesares y el futuro de la nación española! Y, para concluir, una frase de estas que nos reconcilian con la humanidad, que debemos a la pluma del inmortal Francisco de Quevedo: «La soberbia nunca baja de donde sube, porque siempre cae de donde subió.»

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