El martes 15 de septiembre se firmó un acuerdo de paz en Washington entre Israel, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos (EAU). Dicho "Pacto de Abraham" ha sido presentado por Donald Trump como uno de sus mayores logros diplomáticos y un paso hacia la paz en el Medio Oriente, la región más conflictiva del planeta. El Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu ha presentado ello como su gran regalo por el año nuevo judío, el cual se celebró media semana después. ¿Se trata de un presente que garantiza la paz o es un nuevo intento de afianzar una alianza militar en el Asia Occidental entre de los aliados de EEUU contra los de Irán?
Segregacionista En sus 72 años de existencia, Israel se ha presentado como la única democracia continua del Medio Oriente. En cambio, EAU y Bahréin, quienes al igual que Israel, Palestina, Jordania, Kuwait y Qatar fueron parte del imperio británico, siempre han sido monarquías autocráticas. En EAU y Bahréin nunca se han electo a sus respectivos jefes de Estado, cargo que es heredado y ejercido de manera totalitaria, mientras que allí el sexo mayoritario (las mujeres) y la mayoría de sus habitantes tienen derechos inferiores.
La mayoría de los que habitan y trabajan en los EAU y Bahréin no tienen ni siquiera el status de ciudadanos. Cerca del 80% de los habitantes de las EAU carecen de la seguridad de poder vivir permanentemente en dicho país, pese a que una gran parte de ellos trabaja más de 8 horas diarias construyendo los rascacielos y obras más lujosas que hay en el mundo. Nunca ninguna mujer ha tenido un puesto de importancia en cualquiera de las 6 petro-monarquías totalitarias del Golfo Pérsico, en todas las cuales se promueve la poligamia.
El Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu se ufana de que ello es un gran triunfo suyo, pues en pocas semanas dos Estados árabes han entablado relaciones diplomáticas con Israel, algo que no se había vuelto a dar desde que Egipto en 1979 y Jordania en 1994 lo hicieron. A diferencia de estos dos países que son vecinos de Israel, EAU y Bahréin están muy lejos de sus fronteras y nunca han tenido un conflicto armado directo.
Si hay un avance hacia la paz debieran ser los árabes más afectados los primeros en salir a las calles a saludar ello. Sin embargo, ninguno de los pueblos árabes que han librado guerra contra Israel ha hecho ello, ni siquiera dentro de Jordania o Egipto cuyos gobiernos tienen embajadas en Tel Aviv.
La superficie que hoy controla el Estado de Israel casi coincide con la que tuvo el mandato británico de Palestina que se dio entre la primera y segunda posguerra mundiales. Hay 13 millones de palestinos que viven o tienen padres o abuelos que han vivido en dicho territorio. En cambio, hay unos 6,5 millones de judíos que son ciudadanos de Israel (una cifra equivalente a la mitad de los palestinos).
De los 13 millones de palestinos cerca de 2 millones tiene ciudadanía israelí, casi 5 millones llevan 52 años viviendo bajo ocupación israelí (sin que tengan derecho a la ciudadanía de dicho Estado o a transitar libremente por el territorio de éste) y unos 6 millones viven dispersos en numerosos países. Uno de cada cuatro de los más de 9 millones de ciudadanos de Israel no son judíos, pero ninguno de ellos ha logrado llegar a ser Presidente, Primer Ministro, Ministro del Interior, de Economía, de Relaciones Exteriores, de Guerra o de cualquier otra cartera importante. La inmensa mayoría de los árabes de Israel creen que tienen derechos menores, mientras que idioma acaba de perder el status de oficial.
La inmensa mayoría de los casi 5 millones de árabes que viven en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania ha vivido allí toda su vida conociendo la presencia militar y sin haber tenido la ciudadanía del país que le ocupa ni participar en las elecciones de éste. En cambio, cuando en 1948 Egipto se anexó Gaza y Jordania la Cisjordania sus habitantes recibieron la ciudadanía de sus nuevas naciones.
Los palestinos de los territorios ocupados constantemente se quejan de que sus ingresos son inferiores que el de los israelíes, mientras que ellos tienen altos niveles de desempleo y pobreza.
Dentro de la mayor parte de los 2 millones de pobladores de Gaza hay mucha desesperación porque dicha franja está rodeada por tierra, mar y aire por tropas, buques, tanques o aviones israelíes quienes regularmente les bombardean o impiden el ingreso de una serie de alimentos, medicamentos o fuentes energéticos. Varios grupos de Gaza suelen decir que el suyo es un gueto con más gente y con más duración que el que los nazis impusieron sobre los judíos en Varsovia.
Para Tel Aviv ello es un insulto pues, aducen, nunca han querido llevar a los palestinos a cámaras de exterminio. No obstante, los palestinos se quejan de que no pueden regresar a sus tierras (ni para visitar) y de constantes agresiones.
Israel aduce que Gaza es un nido de terroristas que regularmente lanza misiles o cometas incendiarias contra asentamientos hebreos, incluyendo unas que dio para contrarrestar este nuevo “acuerdo de paz”. Para el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) que lidera a dicha franja se trata de hondazos de un David contra un Goliat pues Israel es la única potencia nuclear de la región.
Mientras los hebreos sindican a Hamas y a la Yihad islámica de atacar a sus civiles, organismos de derechos humanos destacan que miles de palestinos de Gaza fueron baleados cuando protestaron pacíficamente cuando Washington decidió mover su embajada desde Tel Aviv a Jerusalén.
Todas las organizaciones árabes en el parlamento de Israel o en las poblaciones palestinas han cuestionado estos acuerdos de paz, los mismos que –según ellos- siguen sin abordar el tema central que es el derecho de los palestinos a retornar a sus tierras o el de tener su propio Estado.
Para EAU y Bahréin la cuestión palestina no les es tan importante. Ambas autocracias no basan sus políticas en simpatías hacia determinados pueblos sino en conveniencias materiales. Para estas monarquías totalitarias el enemigo principal es Irán cuyos buques, aviones y tropas están al otro lado del golfo pérsico, e Israel puede ser un buen aliado suyo para neutralizar a los ayatolas.
¿Pacifistas? En Asia hay 50 países de los cuales Bahréin, Singapur y las Maldivas son los únicos 3 que están muy por debajo de tener siquiera mil kilómetros cuadrados de superficie. Bahréin, Qatar y los 7 emiratos que conforman los EAU fueron parte del imperio británico hasta 1971, cuando los 2 primeros decidieron conformarse como emiratos independientes y los otros 7 como un Estado asociativo de emires, el cual siempre ha estado regido por un tirano y su hijo.
Bahréin ha llegado a estar ocupado militarmente por los sauditas y su rey persiste en promover la discriminación de la mayoría chiita de su isla en manos de una elite sunnita. EAU son, posiblemente, el país del mundo que tiene un mayor porcentaje de sus habitantes sin darles la ciudadanía. Casi dos tercios de los residentes de los EAU provienen del sur del Asia, por lo que realmente no se trata de un país mayoritariamente árabe.
El motor de ambas economías es el oro negro y su gran protector es EEUU. Esas dos petro-monarquías absolutistas siempre han estado ligadas a Arabia Saudita, el único país que lleva en su nombre el de su familia real. La teocracia saudita fue la que creó junto a la CIA a Al Qaeda (Osama Bin Laden y la mayoría de los suicidas del 11S fueron de dicho reino) y ésta ha impulsado numerosos grupos terroristas islámicos sunnitas en las atroces guerras de Irak, Siria y Libia.
Los EAU armaron a los grupos que derrocaron al dictador libio Muammar Gadafi. Lo primero que hicieron los entenados de EAU al tomar el poder en Trípoli fue restaurar la poligamia y la esclavitud de los negros. Los EAU han apoyado diversas facciones armadas terroristas en Siria e Irak y junto con los sauditas súper-bombardearon al Yemen, la región más fértil de la península arábiga, la misma que se ha convertido en la capital mundial de la epidemia de cólera.
Los sauditas, EAU y Bahréin primero impulsan a Saddam Hussein a invadir Irán produciendo la guerra de 1980-88 que dejó un millón de muertos, luego apoyaron a sus aliados anglo-americanos contra Saddam en dos guerras, contra Gadafi en Libia y contra Assad en Siria.
EAU tienen la fama de ser los espartanos de la península arábiga, en tanto que los sauditas ya han superado a Rusia como el tercer país del mundo en términos de presupuesto militar.
Los sauditas no se atreven a establecer abiertamente relaciones diplomáticas con Israel pues temen que eso podría dañar su reputación dentro del Islam (en su territorio se encuentran sus dos ciudades más sagradas: la Meca y Medina) y convertirse en blancos de nuevos grupos terroristas que les tachen de traidores. No obstante, ellos han incentivado dichos acuerdos y permiten que sobre sus cielos pasen los nuevos vuelos Israel-EAU.
El acercamiento Netanyahu-monarquías arábigas tiene como eje detener el avance del autodenominado “Eje de la Resistencia” compuesto por Irán y sus aliados que se encuentran dentro de los gobiernos de Irak, Siria, Líbano, Gaza y Sana (capital de Yemen). Mientras Netanyahu ansía bombardear las posibles instalaciones nucleares persas, los sauditas azuzan una posible guerra sunnita-chiita contra Teherán.
Paz Una paz duradera en el Medio Oriente no se va a conseguir con esta clase de pactos, los cuales, más bien, pueden servir de antesala a la mayor guerra que haya tenido dicha región; una que pudiese precipitar un choque entre EEUU frente a China y Rusia (aliados de Irán) y una posible III Guerra Mundial.
Para empezar a lograr la paz se requiere crear repúblicas multiétnicas seculares e igualitarias en la región. Ello implica acabar con las peores tiranías monárquicas del planeta y hacer que en “Tierra Santa” haya una “república de todas las sangres” donde árabes y hebreos convivan a condición de que todos tengan acceso a dicha tierra y a todas las posiciones del poder.
En el Estado de Israel siempre se conmemora como fecha nacional el alzamiento del gueto de Varsovia de 1943. El comandante en jefe de dicha heroica insurrección fue el joven judeo-polaco izquierdista Mordejai Anilevich quien planteaba la necesidad de estructurar una república bi-nacional árabe-hebrea en lo que entonces era el Mandato Británico de Palestina. El fundador ideológico del LIKUD, el actual partido derechista que ha venido gobernando Israel durante la mayor parte de sus últimas 4 décadas, fue el derechista Zeev Jabotinski quien postulaba la formación de un Estado judío donde cada vez que hubiese un jefe de Estado hebreo debiera tener a su lado un jefe de gobierno árabe, y viceversa.
Sin embargo, el Estado de Israel no ha seguido esas normas. Los palestinos nunca han tenido un Presidente, Primer Ministro o cargo de importancia. La lengua árabe que llegó a ser co-oficial junto al hebreo acaba de perder dicho status. El Estado de Israel no se define como uno de todos sus ciudadanos (como pasa en las Américas) sino uno de su mayoría religiosa y se ha convertido en el único del mundo donde cualquier correligionario de la fe oficial tiene derecho automático a la ciudadanía, cosa que no la tiene necesariamente cualquier otra persona de otro credo que haya nacido en territorios ocupados o que sus padres hayan venido al mundo en lo que hoy es Israel.
La nueve entente Israel-EAU-Bahréin se da a pocas semanas de que Trump busca desesperadamente evitar perder la presidencia y de que Netanyahu busca mantenerse en su puesto tras fuertes denuncias de corrupción y de haber acentuado la pandemia. Con su jugada los emires puede que pierdan puntos dentro de los nacionalistas árabes pero, a cambio, van a recibir nuevos aviones con tecnología de punta norteamericanos e ir armando un nuevo bloque militar anti-persa.
Todos los intentos de lograr la paz en base a la partición de la “Tierra Santa” entre partidarios de una y otra religión jamás han funcionado. Para lograr la paz, la estabilidad y la justicia en dichos territorios y en el Medio Oriente se requiere de repúblicas multiétnicas e igualitarias donde todos los que profesen una determinada creencia puedan ser plenos ciudadanos con todos los derechos.
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