El jueves 12 tuvo lugar en el salón de actos de la sede de la SGAE el coloquio en torno a la figura de Barbieri, gran compositor y eximio engrandecedor de nuestro género chico; dicho coloquio surgió a propósito del reciente estreno de su obra “La Confitera” por la compañía La Soubrette, coordinada por la musicóloga y cantante lírica Sara B. Viñas.
En dicho encuentro participaron la directora del archivo de la SGAE, María Luz González Peña (moderadora del acto), May Fernández, empresaria teatral (gestora de la sala Mayko) y creadora del festival de música lírica “Lírica al Margen”, Andrés Jiménez-Ramírez y la ya aludida Sara B. Viñas.
May Fernández adujo como el motivo fundamental que la llevó a organizar el que ya es un célebre y consolidado festival, el tratar de acercar y hacer accesible la ópera y el bel canto en general al común, tanto en lo que respecta a precios como a contenidos, algo en lo que coincidía con Sara B. Viñas, quien asimismo aludió a ciertas esencias olvidadas de la ópera como son el ir a pasarlo bien y a meramente socializar. Ambas abogaban por un desanquilosamiento del género operístico, además de tratar de rescatar la faceta más popular de este, no en vano es mucho el acervo existente al que, lamentablemente, no se le presta la atención que merecería. La Soubrette, de hecho, a decir de su gerente, trata de ofrecer otra perspectiva. Van a la esencia de las obras a través de montajes pequeños con pocos personajes. Además, tratan de rescatar el potencial de teatralidad residente en estas piezas.
María Luz González mostró en todo momento su fervor por Barbieri, compartido por Andrés Jiménez-Ramírez (que fue quien seleccionó esta obra para el Festival), apuntando numerosas anécdotas y datos acerca de dicho creador; de hecho, la institución cuyo archivo dirige aloja un rico patrimonio del maestro Barbieri.
Sara B. Viñas refirió la incertidumbre y el miedo que los acompañó al montar la obra en tan enrarecidas circunstancias como las que nos adornan, pero, sobreponiéndose, se lanzó al recobro de tan pintoresca pieza de su compositor favorito de zarzuela. Buscó entre sus setenta títulos, haciendo uso de su faceta de musicóloga, en pos de hallar uno que se le antojase viable en términos de modesta (si bien no menos fastuosa) representatividad, por lo que se acercó a las treinta y dos zarzuelas de un acto de este autor. Y, entonces, se encontró con “La Confitera”, que la cautivó ya en una primera instancia por evocarle dulzores varios así como un imaginario muy bonito entrevisto este escénicamente. Le fascinó el libreto; para ella fue como abrir una cajita de música (era mayo de 2019). Comprobó que era una obra muy coral y equilibrada (protagonizada por dos hombres y dos mujeres). Fue entonces cuando compartió el libreto con el músico Carlos Martínez de Ibarreta y conmigo mismo, que también quedé epatado por la castiza y repajolera gracia que inundaba todo el documento. Dicha zarzuela pedía una reposición, perteneciente como era a esas obras que han estado tanto tiempo injustamente ignoradas. Primero, Sara, vertió en un artículo (en la revista “Observatorio Kreativo”, junio de 2020) las informaciones indagadas en la Biblioteca Nacional, y dichos conocimientos acopiados fueron la contrabasa sobre la que erigir el montaje que en este momento está en escena.
El elenco que lleva a cabo tan deliciosa representación está compuesto por: Carlos Martínez de Ibarreta, Jesús Lumbreras, Benjamín Zafra y Mar Pérez Cano y la ya aludida Sara B. Viñas.
El coloquio alcanzó su colofón con la interpretación de la pieza dúo: “Andante Maestoso”, perteneciente a “La Confitera”.
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