“¿Cómo me las maravillaría yo? Que yo tenía un arcón que tenía tronchi, tronchito, pencajo y pencaguito. Detrás de la pica un grajo, detrás del grajo una graja. Detrás de la graja una tinaja con veinticinco mujeres y una raja… ¿Cómo me las maravillaría yo?” Es la letra de una canción de Lola Flores, q.e.p.d. Con ¿Quién tiró la bomba?, titulo de otra de sus canciones que conviene evitar por no dar ideas, muestra la faceta humorística de La Faraona. ¿Cómo me las maravillaría yo?, como canción tiene gracia, pero hoy define lo que fabrican, en el Palacio de la Moncloa o dónde sea, los ‘maravillarías’ de consumo diario.
En un Gobierno como el de Sánchez e Iglesias, con veintitrés carteras ministeriales, puede aparecer otra para contestar lo que pregunta Lola Flores en su canción: el ministerio Lola Flores. De los actuales, hay algún ministerio con menos tarea que ocuparse de tronchos, pencajos, grajas, tinajas y rajas. Podría bastar con una Dirección General, pero como la tarea de distraer, que no importa demasiado al común de los mortales, parece que es fundamental para el Gobierno, hay dos opciones en función de lo que pretenda: Dirección General, si solo se atienden ‘maravillarías’ simples, de los que distraen a una parte de la sociedad con pamemas. O ministerio, si las distracciones han de buscar la atención de todos y ocuparse de asuntos que afecten a cosas tan importantes como la modificación de nuestras normas de convivencia (Reforma de la Constitución), la gobernabilidad de Estado, la cohesión o desmembración del territorio nacional, la relación internacional de España con el resto del mundo, y, acaso, la peligrosa obediencia a consejos, órdenes y sugerencias de personas, entidades, naciones y grupos que están en la mente de algunos.
Surgen así, con lo que se sabe o se ignora, un batiburrillo de nombres, siglas, organizaciones, naciones, grupos de presión, y estructuras nacionales e internacionales que produce vértigo: Soros, Bezos, Gates, Zuckerberg, Ortega, Trump, Putin, Xi Jinping, FMI, ONU, OTAN, OMS, OEA, OPEP, Liga Árabe, CIA, MOSSAD, Internacionales Socialista (IS) y Liberal (IL), TRIADA, YAKUZA, COSA NOSSTRA, Centro Nacional de Inteligencia (CNI)…
Todos, desde Soros al CNI, pueden convertirse en los maravillarías diarios, o episodios, que sirven al Gobierno para llenar y nublar las suspicacias que surgen con cada uno de los sucesos que afloran, al azar para incautos o provocados por un Gobierno de coalición con intereses distintos. Novedades imprevistas o noticias fabricadas, en el Palacio de la Moncloa o donde sea, lo cierto es que, como en el caso de la canción de Lola Flores, los incidentes que se usan hoy parece que tienen motivo. Pandemia en oleadas y las crisis que provocan se convierten en las noticias que nublan lo que perjudica al Gobierno. Pero los muertos mal contados, la economía por los suelos, el paro y pobreza que alarman, aunque son importantes y nos duelen a todos, no son preocupaciones únicas, ni generales. Por lo que se deduce de la actuación de Sánchez e Iglesias, puede que lo que nos inquieta a todos (visto lo que hacen al frente del Ejecutivo) para ellos tenga otro interés y una utilidad repugnante. Porque sustituir el status quo que define nuestra Constitución por algo distinto tiene consecuencias: Rompe el Estado Autonómico para dar paso a un amasijo de territorios independientes. Improvisa un Estado del Bienestar fiado, sólo, a lo que surja y pueda pagarse. Crea un nominal progresismo político, como entelequia sociocomunista a la que sin experiencia confía los PGE nuevos que deben atender las necesidades de recaudación y gastos nacionales. Y confronta la democracia actual con el totalitarismo de antaño con efectos conocidos y superados pero no olvidados.
Desde esta realidad y con lo que hayan previsto, las gracias de Lola Flores (tronchi, tronchito, pencajo, pencaguito, grajo, graja, tinaja o veinticinco mujeres con raja), se convierten en algo no gracioso, serio y muy peligroso: La puesta en escena de un guión, vivido hace casi nueve décadas, que puede tratar de reescribir la historia, desvirtuar los efectos de la Guerra Civil que estaba superada, y acabar en catástrofe.
Si lo que intentan Sánchez e Iglesias es encauzar el proceso para, siguiendo un proyecto concebido por ellos, conseguir lo que han ofrecido a sus bases de socialistas y comunistas y acordado con los independentistas, puede que baste con que la Presidencia del Gobierno cree una Dirección General que temple gaitas y se encargue del asunto. Si lo han concebido otros, nacionales o extranjeros, que los han financiado, dirigido y utilizado, con fines distintos a los conocidos por electores y votantes, la trascendencia es muy superior y la responsabilidad parece que deba confiarse a un ministerio, que, por coincidir con su broma, podría tomar el nombre de Lola Flores.
En definitiva, entre Soros y el CNI, para manejar lo que venga, ojo al aviso: Ministerio de Lola Flores, o Dirección General.
|