Parece ser que está llegando, quizá prematuramente, lo que se ha estado viendo venir desde el momento en el que Sánchez protagonizó uno de sus frecuentes “abrazos de la ignominia”, aquel con el que selló la traición más grande a sus propias manifestaciones y, de paso, a la nación española; acción que dejó sorprendidos a todos los que estaban convencidos de que iba a mantener sus repetidas promesas y negativas respecto a que él nunca iba a pactar con el señor Pablo Iglesias. Sorprendidos puede, pero de que era persona capaz de decir blanco y, a la media hora rectificar, sin dar explicaciones, diciendo negro ya fue algo que podía esperarse de él y que venía practicando con los separatistas catalanes según el momento, las circunstancias, los chantajes o sus propias conveniencias electorales que, como es sabido, para don Pedro son los informes de los que hace caso si vislumbra que ponen en peligro su continuidad en el poder.
Cuando se trata de personas de naturaleza tan complicada, de sobradas capacidades de engaño, maquinación, volatilidad política, expertos en astucias y en la manipulación de las masas, cualquier cosa se puede esperar de ellas y sólo hay que aguardar el momento en el que cualquiera de ellas se decida a poner sus cartas boca arriba, para tensionar la situación en un instante determinado, intentando sacar provecho de su órdago político. La señora ministra Calviño hace unos días, en uno de sus habituales enfrentamientos por cuestiones de los diferentes criterios que cada uno de ellos sostienen sobre los temas económicos como, por ejemplo, la subida del salario mínimo, le llamó a Iglesias algo así como “cabezota” y el señor Iglesias le tomó la palabra reconociendo que sí lo era. Y es que Pablo Iglesias tiene necesidad de mantenerse en primer plano de la actualidad y, de paso, poner a la defensiva al señor Presidente para que sepa que continúa dependiendo de los comunistas para seguir gobernando.
Pablo Iglesias ha abierto dos frentes para poner en apuros al gobierno del señor Sánchez. Uno el de las ayudas económicas y el aumento del gasto social, con el que se encuentra enfrentado a la parte más conservadora del ejecutivo presidida por la ministra Calviño y otro, que se dirige directamente a la yugular del sistema monárquico atacando por todos los frente al rey emérito, don Juan Carlos, intentando que se le levante el aforamiento para poder llevarlo a la humillación de ser juzgado, aunque evidentemente esto le va a resultar muy difícil si nos fiamos de los informes emitidos por expertos en la materia. Pero sabe Iglesias que si gana la batalla en la calle y pone a los españoles en contra de la monarquía, la continuidad de Felipe VI al frente de la nación y todo el régimen elaborado sobre la base de la monarquía parlamentaria se desmoronaría como un castillo de naipes, como sucedió con Alfonso XIII cuando se proclamó la primera república en abril de 1931.
Y, por otra parte, hay abierta otra batalla, en este caso protagonizada por socialistas y comunistas contra el baluarte del PP que defiende la señora Ayuso en la comunidad madrileña, que se ha convertido en el centro de rechazo de toda la izquierda, molesta porque en ella se paguen menos impuestos que en el resto de España y que, sin embargo, se muestre como una comunidad floreciente, en la que aumenta la fuerza de la industria y se consiguen buenos resultado y más recaudación pagando los ciudadanos menos impuestos, gracias a la buena y eficiente gestión de un gobierno de la derecha. Resulta ridículo que La Vanguardia que sigue estando al frente del anti-españolismo propio del separatismo catalán, le dé espacio en sus páginas a una don nadie, una señora que ha ten9ido que sortear problemas judiciales en las Baleares y que, en una tierra donde tradicionalmente no se apreciaba mucho el independentismo manifestado por los catalanes, ahora, gracias a una prensa vendida y a la papanatería de muchos de mis paisanos, ha sabido revivir las antiguas diferencias sociales y sacarles provecho para mantenerse en el poder. Esta señora ha sido capaz de afirmar algo así como que “Madrid no puede recibir más si paga menos impuestos”.
Además de mostrarse favorable a las alianzas con Bildu a la que trata de “partido democrático” (que se lo pregunten a los vascos que no son independentistas y sobre el trato que reciben en Euskadi y verá lo que le contestan al respeto), esta señora no es capaz de comprender que cuando el dinero de los impuestos que se recauda se destina íntegramente a la mejora de la vida de los ciudadanos y se administra bien, es posible que se reduzcan impuestos y que la gente tenga más dinero para gastar, lo que motiva una mejora económica que se nota en toda la comunidad. Cuando, como sucede en la mayoría de comunidades gobernadas por los socialistas, se tiene que ir repartiendo parte de los impuestos para mantener organismo de carácter público que no tiene utilidad alguna, o pagar a miles de asesores para que hagan informes de unas pocas páginas y cobren cantidades astronómicas por ellos o se enchufen a amiguetes, familiares, confidentes o a quienes forman parte de grupos de acción callejera, para organizar manifestaciones contra la derecha, entonces es obvio que no baste con las cantidades que obtienen de los impuestos y es cuando necesitan aumentarlos, porque las ubres de la vaca socialista no dan suficiente leche para tanto gasto.
La señora Francina Armengol, que así se llama mi paisana que ocupa el cargo, uno que le viene anchísimo, de presidenta de la comunidad balear, bien haría en defender más nuestro dialecto, la lengua en la que escribió sus famosas “rondaias mallorquines” mosén Antonio María Alcover y Sureda, y apartarse de la influencia del separatismo catalán que, por cierto nos considera a los ciudadanos de las Baleares como una parte más de sus utópicos “paisos cataláns” con lo cual, la natural vocación de independencia que existe en muchas de las islas del mar Mediterráneo, quedaría anulada por el hecho absurdo de dejar de pertenecer, como siempre ha sido desde que Jaime I conquistó Mallorca, a la nación Española, para pasar a depender de una supuesta nación, por supuesto menos poderosa y dominada por el comunismo imperante, en manos de la Generalitat de Cataluña y con la calidad de ciudadanos de segunda de este utópico nuevo estado.
Por otra parte, este presunto nuevo estado catalán, no podría reconocerse como integrante de la UE hasta que todos los países que la forman, incluida España, dieran la conformidad para que pudiera hacerlo y, esto, teniendo en cuenta que tendría que ponerse a la cola de los países que están intentando, desde hace años, alcanzar tal privilegio. La espera, en consecuencia, pudiera prolongarse durante años en los que debería regirse, en cuanto a los tratados internacionales que regulan las relaciones económicas entre los distintos países de la tierra, por las normas que afectan a los terceros países situados fuera de los grandes bloques económicos, lo que representaría tener que establecer aduanas, pagar tasas, carecer de ayudas de la UE, no estar dentro del ámbito de protección de la OTAN y, por supuesto, quedar fuera del tratado de Schengen que permite que los europeos, incluidos en la UE, pueden viajar, comerciar y trabajar, por todos los distintos países que la forman.
En otra ocasión hablaremos de las Navidades y de por qué a los comunistas y a los socialistas, que actualmente copan el poder en España, aunque pretendan justificarlo con el Covid 19 y el aumento de su incidencia en los últimos días, les encanta que el poco ambiente religioso que rodeaba estas festividades, convertidas en meros días de incremento de gasto para alegría de fabricantes y comerciantes, celebraciones que por motivos históricos tenían un evidente origen religioso y, como tal, han estado tratadas durante siglos; ahora, cuando la campaña contra el catolicismo se ha convertido en agobiante y adquiere caracteres de verdadera persecución en contra de los cristianos, el hecho de que además, fundándose en motivos sanitarios, se les haya despojado de toda solemnidad y se haya prohibido que tengan lugar las clásicas reuniones familiares que, durante estas fecha señaladas, eran comunes en toda la sociedad española.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tengamos la impresión de que estos patriotas militares, contra los cuales los comunistas y socialistas, con la complicidad de la fiscalía, tan rápida en reaccionar contra quienes manifiestan libremente sus opiniones y tan remisos y tardones ante hechos tan llamativos como la incitación a desobedecer la Constitución de los separatistas catalanes y del propio Parlamento de Cataluña; aprobando mociones en contra de la monarquía o del propio Rey o defendiendo la independencia de la comunidad catalana del resto de la nación española. Los militares, pese a quien pese, tienen una labor pendiente y los que no la vean es que están ciegos. Esta misión está evidenciada con toda claridad en el Artº 8.1 y diga lo que diga el general del JEMAD que dice que en el Ejército no hay inquietud alguna, algo que corrobora la ministra de Defensa, señora Robles, existen evidentes muestras, indicios, realidades indiscutibles y hechos innegables de que España está sometida por socialistas, separatistas y comunistas a un proceso innegable de detrimento de nuestras instituciones, de descomposición de nuestros valores tradicionales, de desgaste de nuestro espíritu constitucional y de deriva hacia lo que, evidentemente, podría darse, en un corto espacio de tiempo, consistente en la descomposición de la nación en virtud de las aspiraciones independentistas disgregadoras de algunas de sus autonomías. Y una frase para meditar, se debe a Armando Palacio Valdés: “En este mundo los errores se expían como si fueren crímenes”.
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