Ayer asistimos a un nuevo episodio de las caídas de las democracias occidentales, todo ello en un proceso de desgaste y ruptura de las nuevas generaciones con los valores y las esencias fundamentales que llevaron en el pasado a la consagración de las democracias como elementos fundamentales de preservación de los derechos, las libertades y la justicia social. El asalto al Capitolio llevado a cabo ayer por una turba neofascista trumpista representa a todas luces un nuevo tiro en la columna vertebral del concepto democrático sobre el que se asientan los estados del denominado primer mundo. Y todo ello, en una emisión en directo que sobrecogió el corazón de millones de personas en el mundo , esas que desde la perplejidad asistieron a la descomposición, el enfrentamiento civil y el alzamiento del patriotismo totalitario impulsado en el corazón de la democracia más antigua del mundo como es la de EEUU.
Pero las causas de lo acontecido ayer no se pueden entender sin mirar con perspectiva los cuatro años de mandado del presidente saliente Trump y el propio entorno global del cambio que hoy vivimos, de los retos que como humanidad en definitiva enfrentamos en este siglo XXI. Un período el interno caracterizado por el concepto de la “ American First” como emblema de un estilo de gobierno caracterizado por la defensa de las esencias blancas de una Norteamérica hoy plural, mestiza y que en el 2040 tendrá una mayoría hispana, afroamericana y asiática aún cuando esa realidad no quiera ser aceptada por los seguidores del presidente Trump , de un gobierno que ha buscado e identificado al enemigo dentro y fuera de sus fronteras , ese que representa la lucha contra el ideal religioso, político, primacista e imperialista del modelo económico de unos EEUU condenados a compartir e incluso perder su liderazgo mundial frente a la eclosión de otros gigantes como China o Rusia – no mejores en sus conceptos de modelo socioeconómico o político – que hoy se abren paso. De ahí , de ese pensamiento patriótico, neofascista y totalitario se entiende la eclosión pública de los durmientes Proud Boys , hoy desfilando con armamento por cámaras de representantes y calles de todo EEUU proclamando baños de sangre para quienes desde el “ideal comunista y socialista” demócrata quieran acabar con la patria.
Pero junto a estos pensamientos peligrosos por lo exponencial de los mismos y su capacidad de réplica en el mundo en esa coalición ultraconservadora mundial ,ayer mismo en España, Santiago Abascal normalizaba la toma del Capitolio como el derecho de unos demócratas en la defensa de la patria , lo cierto y verdad es que hoy vivimos un proceso de desgaste de las democracias en todo el planeta. Sus causas múltiples y de complejo análisis en una tribuna de espacio limitado como esta, pero de necesaria referencia. Así, entre ellas podemos mencionar varias: Las migraciones globales cada vez mayores y que se verán incrementadas por el calentamiento global, El proceso de cambio tecnológico, cuarta revolución industrial y de producción mundial globalizador que pone en jaque el modelo laboral del pasado siglo XX , ese del que hoy viven millones de personas trabajadoras que asisten con miedo a los cambios de este nuevo tiempo y su incapacidad de adaptación, el empobrecimiento de las clases medias y la pérdida de la sociedad de bienestar como colchón de seguridad, la falta de respuesta de las instituciones democráticas a estos procesos de cambio con la efectividad necesaria para ofrecer la estabilidad, seguridad y certeza que la sociedad requiere para no sucumbir a los pensamientos gratificantes de los totalitarismo que hoy ofrecen soluciones simples a problemas complejos aún cuando para ello las democracias deban dejarse en un segundo lugar ante un proceso de pérdida de libertades y derechos fundamentales para ello. Elementos, que unidos a retos como los del cambio climático que hoy chocan de manera directa con los modelos productivos y de consumo actual presentan un caldo de cultivo perfecto para la aparición de pensamientos, liderazgos y turbas radicalizadas como las que vimos ayer. Esas que a través del miedo ante los cambios, la falta de respuesta ante sus necesidades y la pérdida o posible transformación de su modelo de vida cotidiana se alistan como fieles militantes hitlerianos a la defensa de los ideales de los nuevos fascistas del siglo XXI, esos que entienden la política y la entrada en las instituciones como las vías para acabar con las mismas desde dentro. Convirtiendo al adversario político en enemigo y tu credo en religión divina por el que dar incluso la vida por la cruzada patriótica.
En definitivo, hoy asistimos a la permanente e inexorable por el momento caída de las democracias en un mundo en cambio. Ese del que sólo parecen posibles hoy tres escenarios, el primero el del auge de los modelos dictatoriales patrióticos en un mundo en donde las democracias como las conocemos desaparecen como tales, el segundo el del impulso de un multilateralismo global de conciencia cooperativa que ponga en valor los espacios de progreso compartidos entre territorios y la asunción de la lucha contra los retos que la humanidad tiene por delante y el tercero el de la generación de un modelos de bloques continentales en pugna comercial, económico , política e incluso bélica en algunos escenarios. Veremos lo que el futuro nos depara.
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