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Dos caras del maltrato

Ramón Llabrés, Palma de Mallorca
Lectores
lunes, 2 de febrero de 2015, 08:42 h (CET)
Este sábado salió a la prensa una noticia que relataba cómo una mujer había sido arrestada por haber arrojado los enseres de su exnovio desde un octavo piso y agredir a su expareja. Profundizando en los hechos, resulta que dicha individua había acosado y coaccionado a su expareja repetidas veces hasta que finalmente consiguió su objetivo, agredir y lanzar todos los enseres a la vía pública. Desde la portada al trasfondo de todo, es muy doloroso ver cómo, cuando se cambian los roles de género, unos hechos pasan a ser tratados de una manera u otra. Si la agrededida y acosada hubiera sido ella, la víctima podría haber llamado al 016, con seguridad un grupo de la policia habría ayudado a ésta mujer a poner a buen recaudo al maltatador, protegiendo a la víctima de todo maltrato posible, activando el protocolo existente para tal efecto.

Examinando como acontecieron los hechos, el calvario de este hombre debió ser descomunal desde un principio, cuando su expareja inicia el maltrato, lo único que puede hacer es llamar a la policía, y dejar que el tren le pase por encima, por que no hay protocolo, mientras éste tren pasa, es preferible no proferir ningún reproche o algún manotazo para protegerse, porque puede ser motivo de una denuncia por violencia de género, siendo hombre y tal y como están las cosas la noticia habría acabado al revés, podemos decir que al final tuvo suerte de no haber caido junto a los muebles, su piso era una ratonera de ocho alturas, todos sabemos que la mayoría de los crimenes suelen ser pasionales o económicos. Qué está pasando? La figura del hombre maltratado se ha deshumanizado, y su dolor queda en un segundo plano, marginado por sistema, sin derechos a la misma protección que una mujer.

Está claro que la ley tiene un lado bueno y un lado oscuro, que es éste. Si de verdad creemos que un hombre no debe ser protegido como una mujer en caso de maltrato, podemos pensar que estamos amputados de moral, nos hemos pasado de frenada intentando proteger a unas víctimas y estamos ocasionando otras, que por ser hombres duelen menos o no son tan personas. No podemos tratar este tema de una manera ideológica sin sentido ni igualdad, científicamente el dolor y los derechos son iguales para todos.

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