El mundo del bocadillo, ahora más conocido como “bocata”,
ha ido evolucionando a través del tiempo. En los años del hambre,
durante la larga y triste postguerra del franquismo, el bocadillo era
gris e incluso un premio para aquellos que se lo podían permitir, un
pan sin más motivación que paliar la gazuza del personal envolvía
las migas del atún, la sardina de lata o unos calamares rebozados
y pringados de aceite, y para aquellos que tenían más suerte y
posibilidades económicas en lugar del atún entre loncha y loncha de
pan era posible encontrar un poco de jamón o una lámina de queso,
e incluso ambas cosas juntas.
Luego, con las libertades y las modernidades de la transición
también los bocatas se modernizaron. El personal ya disponía de
segunda residencia y hasta se podía permitir el lujo de, al menos
una noche a la semana, salir a cenar fuera de casa siempre en
busca de novedades gastronómicas. Estas novedades para unos,
los más afortunados, consistieron en ir saltando, con el rojo tomo
Michelin en la mano, de restaurante en restaurante, al fin y
al cabo en muchos casos era la tarjeta empresarial o del partido
político la que pagaba las excursiones gastronómicas. Otros
perseguíamos las novedades gastronómicas por los pequeños
bares, restaurantes y bistrós de los barrios progres donde
comenzaron a aparecer nuevos tipos de bocatas, incluso con
nombres que se repetían en cada uno de los locales, como el
llamado “chivito”, pero también con un bocata especial en cada local
que era la motivación para que acudiéramos allá en busca de esa
especial manera de trabajar el sufrido bocadillo de siempre dándole
ahora un valor añadido.
Carles Abellán y su llonganissa
Y ahora, en estos tiempos de prisas, llega a nuestras tierras el
concepto de urban food, comida urbana, comida rápida en
un mundo cambiante que no nos da tiempo, a veces, ni tan siquiera
para saborear las ventajas de una buena mesa. De buenas mesas y
de excelente cocina sabe, y mucho, el chef Carles Abellán,
distinguido por Michelin con una estrella por el buen hacer
en uno de sus restaurantes. Carles, que se formó con
Ferràn Adrià en el Bulli y que desde aquellos días
viene demostrando su valía en sus diversos locales tanto en
Barcelona como fuera, ha creado en el ámbito del mercado
barcelonés de la Boquería un lugar especial donde hacer
una obligatoria parada gastronómica. Se trata del
“YANGO”, pequeño y acogedor lugar en el que, sin levantar
el culo del taburete, poder realizar un viaje alrededor del mundo
saltando de bocata en bocata.
Fruto de su larga y fructífera actividad viajera a lo largo y ancho del
mundo Carles Abellán ha ideado el espacio YANGO donde
ha querido homenajear al bocadillo de su infancia. Un “flash
Forward” le ha hecho volver a los bocatas de sus primeros
años para crear la nueva oportunidad gastronómica de estos días, y
con su genialidad de costumbre ha hecho de YANGO su personal
“travelling around the world” en el que, con la degustación
de diversos bocatas podemos hacer un rápido viaje por
Japón, México, Nueva York,
Barcelona, Corea, Perú y
Catalunya, estos son los bocatas que en YANGO se
preparan al momento y en los que el ingrediente especial siempre
es la “llonganissa” catalana, ese embutido tradicional que
en una pronunciación acortada y canalla : “yangonissa” da
nombre al establecimiento. Pero uno de los valores añadidos de
YANGO estriba en el hecho de que, pensando en toda clase de
posibles clientes, han diseñado uno de los bocadillos con longaniza
de pavo para consumo sin problemas religiosos de los creyentes
musulmanes y otro con longaniza vegetariana para aquellos que no
comen productos provenientes de animales. El resto de longanizas
proviene del cerdo, y de cerdos muy especiales, cerdos criados
ecológicamente y no hormonados.
YANGO es un lugar especial para hacer una parada entre compra y
compra en el mercado de la Boquería, pero también es un
lugar en el que, sin prisas pero sin pausa, acudir a tomar ese
tentempié de media mañana o de la hora de la comida cuando la
prisa no nos deja poder sentarnos plácidamente ante una mesa. En
YANGO encontraremos ese momento de descanso mientras
degustamos cualquiera de sus creaciones, pura llonganissa
catalana envuelta en un pan especial, un pan que, como ausente,
da todo el protagonismo a los productos que envuelve: el glorioso
embutido catalán y los aditamentos añadidos que en cada uno de
los bocatas son el pasaporte al viaje alrededor del mundo que, con
cada bocado, iniciaremos sin movernos de YANGO ni de la
Boqueria.
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