Nadie duda de que el Consejo de Ministro es una peña o poco más. En él sobra mucha gente: unos por incompetencia y otros por negligencia. Jamás un Consejo de Ministros habría resultado tan caro e incapaz como el actual. Ya me dirán ustedes qué pintan ahí algunos personajes tan desprestigiados. Otros son meros pardillos de la política. Y algunos no se han visto en otra igual; apunten a la ministra de Igual-Da, precisamente la destinataria de la mofa y el hazmerreír diario y “marquesa” de Galapagar por demérito propio; hasta las formaciones feministas exigen que dimita porque no representa a las mujeres ni ellas se sienten representadas por semejante vocinglera.
Únicamente puede dar malos ejemplos porque no está preparada para dar buenos consejos. No sólo sobra la ministra chillona y vocinglera, Irene Montero, sino que hay otros ‘danzarines’ que, cuando ‘ladran’, no saben si matan, hieren o espantan. ¿Qué pueden decirme ustedes del ‘malasalsa’ Garzón, del ‘escaqueador’ (Rodríguez Uribe), de la enemiga de la Guardia Civil (Carolina Darias), de la desnortada de exteriores (González Laya), la verborreica y antididáctica (Yolanda Díaz) … ¿Y del paria vallecano, Pablo Iglesias? ¡De cuánta incompetencia se ha rodeado el plagiador de Moncloa y mentiroso mayor de esta penosa España!
De cada uno de esos esperpentos y ‘esperpentas’ podríamos hacer una tesis doctoral de negligencia, insensateces, ridiculeces y brutalidades. Pero no sólo ministros. Echen una ojeada al vicepresidente segundo y comprobarán que desconoce la política en profundidad, además de carecer de los fundamentos éticos y básicos para empujar en el desarrollo de un país como el nuestro. Su torpeza es un hecho, pero la suple con vivacidad cual ratón de varios agujeros. Sobre los vivarachos decía Plauto que “Un ratón nunca confía su vida a un único agujero”.
Un personaje atrabiliario como el “marqués”, que saca pecho cuando sopla el viento a favor y se esconde cuando pintan bastos, es un cero a la izquierda en cualquier Gobierno. La Historia de España se llevará las manos a la cabeza cuando compruebe el salto en el vacío que ha dado el país. No me hubiera sorprendido que, tanto Sánchez como el “marqués”, apoyaran a los “vacunajetas” que se han saltado el protocolo y el calendario de las vacunas; eso es muy propio de un estafermo desnortado, al más puro estilo de Fernando Simón.
Son tantos los ministros y ministras sobrantes que no voy a agotar el listado para así tener personajes y argumentaciones para otra ocasión. Ha pasado un año desde la formación de Gobierno y disponemos de sobrados argumentos para hablar de incompetencia, ineficacia, ineficiencia, negligencias varias, inutilidad e improductividad. Piensen que, si se marcharan muchos de los actuales titulares de ministerios, no lo notaríamos; es más, no sólo no pasaría nada, sino que podríamos comprobar una mejoría extraordinaria, al menos en el excesivo e inútil gasto.
Díganme qué aporta la incauta y políticamente analfabeta, Irene Montero. Díganme para qué sirven las caras y absurdas medidas adoptadas en su ministerio. Cualquier Gobierno que sustituya a estos rácanos deberá eliminar la normativa elaborada cuanto antes: lo mismo en educación que en empleo, economía, cultura, universidades, sanidad o residencias de ancianos. Y no hablemos de cuanto afecta a instituciones penitenciarias. Pedro Sánchez ha perdido una ocasión de oro para renovar el Consejo de Ministros en profundidad tras la marcha de Salvador Illa a su Tabarnia natal.
¿Acaso los ministros enumerados no han cubierto ya su cupo de hazmerreír, mofa, incompetencia y despendole? Ninguno de ellos nos servirá para la reconstrucción que debe llegar tras la pandemia. Y si Pedro Sánchez no lo ha sabido ver, al menos la torpeza de Iván ‘Cuadrado’ debería de haber servido para algo más que para poner el cazo o reprimir al disidente. Hasta Villarejo se mofa del Gobierno y juega al despiste para no ser citado.
Piensen que, si Carolina Darias o Iceta están donde están, no es por experiencia ni por conocimiento ni por preparación. En ambos casos están por política, pero política de corta-pega. Con la que está cayendo, no podemos ignorar lo concerniente a la investigación. Siento meter en eso a nuestro coterráneo, Pedro Duque, pero hace tiempo que debería de haberse echado al hombro la responsabilidad de la misma. Pero no, él sigue mirando al cielo como el que ve llover.
A Pero Duque, y más Duque, hay que abrirle los ojos para que baje de “su” particular luna, aunque sea en “su” platillo volante. El lunático y desprevenido astronauta nunca debió de leer a Ortega y Gasset porque de lo contrario nos habría mostrado el conocimiento y las dudas. Ya decía Ortega que “Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas”. Claro que, si ninguno de los ministros y ministras nos enseñan nada, mal nos pueden enseñar a dudar.
|