Aunque suelen denominarla fiesta democrática, quizá alberguemos alguna duda en este sentido. Intuímos, o verificamos, demasiados duendes innombrados, rodeados de camaleones en alarde de novedosos coloridos. La papeleta que depositamos, es sabedora de los riesgos asumidos. El primero es acogido con asombrosa pasividad, queda olvidada tras los escrutinios, ya piensan en otras cuestiones. Después, quedan desvelados los errores en la elección, su desinformación, el reconcomio de su colaboración ridícula con ciertas andanzas, su desesperación de actuante esporádico privado de otros horizontes. Aporta también un atisbo OPTIMISTA, revulsivo, contra el decepcionante, ni contigo ni sin ti…
Bien ilustrados
Por vivos tertulianos.
Dudas al canto.
Allá donde extendamos las antenas, confluyen las intervenciones vociferantes de unos contertulios vehementes. No vayamos a confundir su contundencia expresiva con la calidad de los argumentos empleados. Con suerte, podremos delimitar el camino emprendido por cada interviniente, porque la algarabía suele impedirlo. Sobre todo, destacan sus maneras SECTARIAS acérrimas, las coincidencias no están en su repertorio. Extraña que no coincidan en nada, pero se esfuerzan en ello. Demuestran aquello que menos conviene a la sociedad, las posturas irreconciliables reñidas con el discurso comprensivo. Si es lo que hay, andaremos con ojo, pendientes de sus mañas poco dispuestas al verdadero debate.
Fulgurante haz
De luces imprevistas.
Apariciones.
En estos días adquieren un colorido especial las aglomeraciones de gente, especialmente en las imágenes de los medios informativos; no tanto en los ambientes habituales. Son interesantes estas parafernalias, dado que muestran en directo a los mesías renovados; quienes pronto desaparecen, ajenos a esos contactos multitudinarios. Tampoco las versiones expuestas corresponderán con las gestiones posteriores. Escenifican una FANTASMAGORÍA ilusionante en torno a los avatares sociales. Hemos de contemplarlas con cierta precaución, la realidad cruda subsiste; remarcará lo que son meras apariciones esporádicas. No cabe duda, la experiencia nos previene a tiempo.
Grandes discursos,
Proclamas furibundas.
Incertidumbre.
La animosidad de las expresiones, reforzada por el tono de las voces; transmite a los discursos una envergadura discordante con sus contenidos, muy alejados de las verdaderas intenciones de los hablantes. Desde mentiras históricas a engaños conceptuales, el descaro ocupa las maquinaciones de los diferentes organizadores. Agrandan el principio de incertidumbre bajo la presentación de lemas cargados de falsas seguridades. La fogosidad empleada encubre la ausencia de mejores razonamientos. La tesitura de los escuchantes es un tanto DETECTIVESCA, para encontrar el hilo de las verdaderas pretensiones. Sería divertido sin las repercusiones derivadas de los empeños subyacentes sobre los sufridores habituales.
Piden el voto,
Con flamantes dicterios.
Llueven…mentiras.
Pocas veces son necesarias las mentiras. ¿Para evitar males mayores o disgustos de alcance enrevesado? En los ambientes electoreros, si algo nos asombra todavía, es la absurda TOLERANCIA del gran público con las palabras engañosas, más aún, cuando los comportamientos posteriores dejaron a los mentirosos con el culo al aire. En la línea de esa mansedumbre, parece sobrenadar una suerte de complacencia con las mentiras emitidas; no se aprecian rebeliones contundentes. Habremos de pensar en un engaño consentido, cuya explicación raya con la complicidad o forma parte de ella con todas las consecuencias. Esa permisividad de fondo evidencia la escasa dignidad de quienes no ejercitan su soberanía personal.
Nadie lo entiende,
Por que impera la bruma.
Brilla una luz.
El desconcierto es manifiesto, a la agitación derivada de las cuitas diarias, hemos de sumar la presión ejercida por las propagandas electorales. El alarde eufórico de los candidatos, sus desplantes e intrigas, no suelen contribuir al buen concierto de las ideas precisas para la adecuada vida en sociedad. Al estilo de la búsquedas petrolíferas, el recurso de los ciudadanos es la PROSPECCIÓN exploratoria en buusca de soluciones acertadas. Las dificultades son obvias, las tramas organizadas extienden sus tentáculos. Por eso, cuando aparecen nuevos progresos que apuntan al optimismo, el asombro acompaña a la experiencia, no parecían posibles. La ofuscación no puede con todo, lo cual nos salva.
Sobre la estela
De tantos trompicones,
El gran cultivo.
Que quieren que les diga, pese a las numerosas batallas desencadenadas, pocas o ninguna, dejan la sensación de que representan nuestros anhelos, ni de que tan siquiera respeten la intimidad de cada persona. Decir, dirán lo que sea, pero la sensación percibida es pobre. A quien le de por escuchar una declaración detrás de otra, le auguro un embotamiento neuronal de serio calado; la lectura entre líneas es suficiente, también menos sofocante. El mundo interior y el mundo exterior, lejos de una aproximación progresiva, lo transformamos en 2 entidades DIVERGENTES; en muchas ocasiones peor aún, creamos dos enemigos irreconciliables. Olvidamos que el gran cultivo depende de uno mismo, de cada uno mismo.
Fuimos ingenuos,
Creímos sus monsergas;
¿Bien engañados?
El victimismo es muy socorrido, los desajustes son atribuidosa causas ajenas; incluso son rentables para partidos o gobiernos, echan la culpa a sus contrarios, sean gobierno central o rivales locales; si bien, nos saca de la realidad, lo cual suele pasar factura a largo plazo. No obstante, el denominado engaño final deriva de la DESPREOCUPACIÓN durante el proceso de gestión, no pocas veces fueron actuaciones irresponsables que luego cuesta reconocer. Los trapicheos o deslealtades vestidos de honorabilidad, orgullo étnico o quien sabe que otras fijaciones, demuestran en realidad los defectos de los aprendices de víctima.
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