Ya han pasado los tiempos en que una boda precipitada era la solución para remediar una situación “embarazosa”. Nunca mejor dicho. Posteriormente, una vez salvada la dignidad familiar, las familias contaban con un “sietemesino” y a otra cosa. También se celebraban bodas por motivo de un traslado laboral, una búsqueda de nacionalidad, motivos económicos u otras circunstancias parecidas. Hoy en día se ha puesto de moda casarse después de convivir un montón de años y, en ocasiones, para divorciarse seguidamente.
Hoy he leído una noticia en el diario SUR que me ha conmovido. Se trata de la celebración de una boda “exprés” en un hospital de Tarragona. Dos enfermos de Covid-19 que estaban ingresados y a punto de ser intubados y sedados para pasar a la UVI, solicitaron la celebración de una boda “in extremis”, a lo que accedió el personal médico de la institución.
Los pacientes, de 54 y 58 años de edad, contrajeron matrimonio delante de un juez, un forense, un secretario judicial, así como dos médicos que hicieron de testigos. Todos ellos convenientemente pertrechados de sus equipos de protección individual (EPI). Una vez concluida la ceremonia partieron hacia un corto viaje de novios a la cercana UVI.
Nunca es tarde para casarse. Jamás ha estado mejor dicha la frase de “unidos en la salud y en la enfermedad”. Estoy seguro que estos dos contrayentes superaran la crisis de su dolencia y volverán a la vida diaria convertidos en una flamante esposa y un estupendo marido. Les deseo lo mejor.
Esta maldita pandemia está sacando a relucir lo mejor de las personas que hemos superado una buena parte de la vida. Nos está enseñando a valorar las virtudes de la institución familiar y las ventajas de convivir con los seres queridos. Nos está ayudando a apreciar la maravilla que surge del amor total. De la superación de lo puramente físico y el paso a una etapa de admiración y comprensión mutua. Felicidades a los recién casados. Espero que cuando salgan de ese mal sueño en el que se encuentran inmersos en estos momentos, vivan el resto de sus vidas apreciando la maravilla que nace de querer y ser querido. Especialmente en los momentos difíciles.
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