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Para ser juez

Pascual Mogica
Pascual Mogica
domingo, 12 de agosto de 2007, 08:39 h (CET)
Para ser juez solo se precisa tener la licenciatura de derecho, presentarse a unas oposiciones sin tener ningún tipo de experiencia como abogado y una vez aprobadas las oposiciones pasar por la Escuela de Prácticas Jurídicas y hacer un cursillo de ocho o nueve meses de duración y…¡ya tenemos un juez más!

Cuando estas cosas, se diga lo que se diga, se hacen tan a la ligera, uno llega a comprender porqué se dan casos de sentencias, dictámenes o conclusiones jurídicas que nadie entiende y que acabamos entendiendo cuando vemos casos como el de aquel juez que archivó una causa de maltrato porque la mujer tenía un alto nivel formativo.

O ese otro caso de un juez que iba acumulando casos y que ya había sido sancionado en dos ocasiones por retrasos y que al final ha tenido que ser apartado de la carrera por incapacidad.

O la de ese juez que dimitió por “razones personales” poco antes de la reunión del TSJ que iba a adoptar medidas disciplinarias contra él por que invocó a Dios para dejar sin efecto una orden de alejamiento.

No menos comentada, por sorprendente, fue la decisión de un juez de separar a una madre de sus hijas por que la madre era lesbiana.

Recuerdo cuando Pedro Pacheco, aquel alcalde de Jerez, dijo aquello de que la “justicia es un cachondeo” y al cual por poco lo crucifican. Se quedó corto Pedro Pacheco, la justicia aparte de ser un cachondeo en muchas ocasiones, en otras puede ser un motivo de riesgo para aquellos que tengan que rendir cuentas a la sociedad a través de la Justicia o que simplemente acudan a ella en demanda de amparo.

Pero no todo es achacable a la bisoñez o a la falta de experiencia de aquellos que han accedido a la judicatura con escasa experiencia en derecho; en muchos casos los que como yo curiosean todas estas cosas de los jueces hemos podido constatar que muchos de ellos no son tan tempraneros en el cargo ni en la edad y que por tanto algo está fallando a la hora de otorgarle poderes para emitir sentencias a una persona por el simple hecho de haber aprobado unas oposiciones que en absoluto ponen de manifiesto su capacidad para juzgar, lo único que demuestran en esas oposiciones es que han “hincado” los codos y se han “empollado” bien, pero nada más. Y a la vista de los distintos acontecimientos está claro que ese curso en la Escuela de Prácticas Jurídicas no debe ser suficiente y que son necesarios estar algunos años bajo la tutela de jueces debidamente prestigiados y con la suficiente capacidad y legitimidad profesional para poder ejercer esa tutoría.

Lo cierto y verdad es que nuestro sistema judicial está siendo cada vez más cuestionado y que aquel o aquellos a quienes corresponda están obligados a disponer las medidas y actuaciones necesarias para que algo tan esencial como la Justicia no sea tratada peyorativamente por nadie y eso pasa por seleccionar muy concienzudamente a aquellos que puedan acceder a disponer del enorme poder para condenar y absolver.

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